Jerarquía

El Papa ratificó que la familiaridad con Jesús debe ser comunitaria, es decir, con la Iglesia, con los sacramentos y con el pueblo de Dios, al advertir que la situación de confinamiento de los fieles por la emergencia sanitaria puede llegar a favocer en una especie de religiosidad gnóstica y fe "virtual". "Esta no es la Iglesia: es la Iglesia en una situación difícil, que el Señor permite, pero el ideal de la Iglesia es estar siempre con el pueblo y con los sacramentos. Siempre", ratificó, al asegurar que "es cierto que en este momento debemos mantener la familiaridad con el Señor de esta manera, pero para salir del túnel, no para quedarnos". 

El Pontífice pidió rezar por los adultos mayores "están aislados o en los asilos de ancianos" y recordó que "ellos son nuestras raíces, nuestra historia". "Ellos nos dieron la fe, la tradición, el sentido de pertenencia a una Patria. Recemos por ellos para que el Señor esté cerca de ellos en este momento", imploró el Papa. 

El Pontífice imploró que "Cristo resucitado reviva en nosotros la esperanza y el espíritu de fe", en su saludo a los fieles de lengua polaca, al precisar que el próximo domingo 20 de abril celebramos la fiesta de la Divina Misericordia, tras finalizar audiencia general de los miércoles en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano. 

El Pontífice imploró que "oremos para que el Señor nos dé la gracia de la unidad" y reflexionó que convertirse es volver a ser fiel. "Fidelidad, esa actitud humana que no es tan común en la vida de las personas, en nuestras vidas. Siempre hay ilusiones que atraen la atención y muchas veces queremos ir detrás de estas ilusiones. Fidelidad, en los buenos y en los malos tiempos", sostuvo. 

El Papa reflexionó que "el Resucitado no es otro que el Crucificado; lleva en su cuerpo glorioso las llagas indelebles, heridas que se convierten en lumbreras de esperanza" y que a "Él dirigimos nuestra mirada para que sane las heridas de la humanidad desolada", frente a la pandemia del COVID-19. "Que Jesús, nuestra Pascua, conceda fortaleza y esperanza a los médicos y a los enfermeros, que en todas partes ofrecen un testimonio de cuidado y amor al prójimo hasta la extenuación de sus fuerzas y, no pocas veces, hasta el sacrificio de su propia salud", destacó.

El Pontífice precisó que en estos días murieron más de 60 sacerdotes en Italia "atendiendo a los enfermos en los hospitales", en medio de la pandemia del COVID-19, en la Misa de la Cena del Señor que presidió en una Basílica de San Pedro casi vacía debido a las medidas dictadas para evitar el contagio del coronavirus, el Jueves Santo 9 de abril. Además, indicó que lleva en su "corazón, y ante el altar, a los sacerdotes calumniados". 

El Papa exhortó a que en "estos días santos en que conmemoramos la Pasión del Señor Jesús, que con su cruz ha vencido a la muerte y nos ha dado vida", pidamos a Cristo "con fe que convierta nuestro miedo en confianza, nuestra angustia en esperanza y nos haga experimentar la cercanía de su amor infinito", desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, en vísperas del Triduo Pascual.  "Abrámosle todo el corazón en la oración, esta semana, estos días: con el crucifijo y con el Evangelio", pidió el Pontífice.

El Pontífice reiteró que "en estos días de Cuaresma hemos visto la persecución que sufrió Jesús y cómo los doctores de la ley se ensañaron contra él: fue juzgado con dureza, con saña, siendo inocente", en el comienzo de la Misa que presidió en la Casa Santa Marta, el Martes Santo. El Papa exhortó a pedir a Dios "la gracia de perseverar en el servicio, a pesar de nuestras caídas".

El Papa reflexionó que en el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan y con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón, "Jesús nos dice a cada uno: 'Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene'", en la Basílica de San Pedro, sin presencia de fieles. El obispo de Roma aseguró que la crisis por el coronavirus "nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve". 

El Pontífice exhortó a rezar por la situación actual y futura, al indicar que hay gente que desde ahora empieza a pensar en "todos los problemas que vendrán: problemas de pobreza, de trabajo, de hambre", en el comienzo de la celebración eucarística transmitida en directo. En la Homilía, indicó que "hoy nos hará bien detenernos un poco y pensar en el dolor y las penas de Nuestra Señora", y ver "cómo los ha llevado, cómo los ha llevado bien, con fuerza, con llanto: no era un llanto falso, era su corazón destruido por el dolor". 

El Papa afirmó que "la presencia de Jesús en la Eucaristía que, silenciosa y discretamente, nos acompaña desde hace más de 500 años, es el sacramento de la alianza que Dios quiso sellar con nuestro pueblo: Él está en medio nuestro alentando el caminar", en una carta al obispo de Río Gallegos, Jorge García Cuerva, que este prelado leyó en la celebración eucarística central por los 500 años de la primera Misa en suelo argentino, el miércoles 1 de abril, que no tuvo presencia de fieles y fue transmitida en directo por Internet. 

El Pontífice exhortó a pedir "al Señor que nos conceda pureza y sencillez de corazón para descubrir su Providencia en los sucesos de la vida cotidiana", en su saludo a los fieles de lengua española, durante la audiencia general del miércoles 1 de abril, en la que reflexionó sobre las bienaventuranzas. 

El Pontífice indicó que "en esos días, en algunas partes del mundo, se evidenciaron consecuencias, algunas consecuencias, de la epidemia", en la Misa del sábado 28 de marzo. "Una de ellas es el hambre. Se empieza a ver gente que tiene hambre, porque no puede trabajar, porque no tiene un trabajo fijo, y por muchas circunstancias. Ya comenzamos a ver el 'luego', que veremos más tarde, pero que empieza ahora", lamentó el Papa.

El Papa sostuvo que "el Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita", en la meditación en el Vaticano, con la Plaza de San Pedro vacía bajo la lluvia, en la que dio una bendición 'Urbi et Orbi' y la indulgencia plenaria para pedir por el fin de la pandemia del coronavirus. Afirmó que "la oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras". "Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza", reflexionó. 

La Oficina de Prensa Vaticana reiteró la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria a quienes se unan a Francisco en la oración del próximo viernes 27 de marzo, según lo establecido en la reciente disposición de la Penitenciaría Apostólica. "La oración del Santo Padre podrá ser seguida en directo a través de los medios y se concluirá con la Bendición eucarística que será impartida 'Urbi et Orbi' a través de los medios de comunicación", indicó. La Conferencia Episcopal Argentina animó a rezar en directo junto al Pontífice a las 14 (hora argentina) y precisó los medios que lo transmitirán.