Francisco

El Pontífice indicó que "la resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia". "Cristo vive y se queda con nosotros. Muestra la luz de su rostro de Resucitado y no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto", precisó, al mencionar países que atraviesan guerras y graves crisis.

El Pontífice pidió a los sacerdotes, que renovaron las promesas realizadas en el momento de su ordenación, donarse con generosidad en su ministerio. "Que, metiéndonos con Jesús en medio de nuestra gente, el Padre renueve en nosotros la efusión de su Espíritu de santidad y haga que nos unamos para implorar su misericordia para el pueblo que nos fue confiado y para el mundo entero", exhortó el obispo de Roma. 

El Pontífice indicó que se siente muy cercano a todos los franceses y agradeció de parte de toda la Iglesia "a aquellos que hicieron todo lo posible, incluso arriesgando la vida, para salvar la catedral". "Que la Virgen María los bendiga y apoye la reconstrucción", deseó el obispo de Roma a los fieles franceses en la Plaza de San Pedro. 

El Pontífice sostuvo que "no se trata de poner la mano en la espada, sino de mantener la calma, firmes en la fe". Reflexionó que "nuestro puesto seguro estará bajo el manto de la Santa Madre de Dios; y mientras esperamos que el Señor venga y calme la tormenta, con nuestro silencioso testimonio en oración, nos damos a nosotros mismos, y a los demás". 

El Pontífice exhortó a "hablar a Dios cara a cara" cuando se le quiere pedir algo, para lo cual hace falta valentía y fe", durante la Misa del jueves 4 de abril en la Casa de Santa Marta, a la que asistió el presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella. "Tenemos una certeza: Jesús. Él es el gran intercesor. Cuando ya rezo, Él toma mi oración y la presenta al Padre", indicó. 

El Vaticano publicó la Exhortación Apostólica Postsinodal 'Christus vivit' (Cristo vive) de Francisco en la que "recuerda algunas convicciones de nuestra fe" y que al mismo tiempo alienta a todos, en especial a los jóvenes, "a crecer en la santidad y en el compromiso con la propia vocación". "En el discernimiento de una vocación no hay que descartar la posibilidad de consagrarse a Dios. Ten la certeza de que, si reconoces un llamado de Dios y lo sigues, eso será lo que te hará pleno", indicó el Papa. 

El Pontífice después impartió, por 50 minutos, el sacramento de la Reconciliación a varias personas, durante la Jornada organizada por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. "La confesión es el paso de la miseria a la misericordia, es la escritura de Dios en el corazón", indicó el obispo de Roma, en la Misa que presidió antes. 

El Papa indicó que desea que "se madure en la conciencia del deber de señalar los abusos ante las autoridades competentes". "Se pretende que se expulse de sus encargos al condenado por haber abusado de un menor o de una persona vulnerable y, al mismo tiempo, que se le ofrezcan las medidas adecuadas para su rehabilitación psicológica y espiritual, con el objetivo de su reinserción social. Se persigue que se haga todo lo posible para rehabilitar la buena fama de aquellos que han sido acusados injustamente", precisó el obispo de Roma. 

La medida, mediante una Carta Apostólica en forma de Motu Proprio 'Communis vita', implica una modificación de 2 artículos del Código de Derecho Canónico, el 694 y el 729, dado que afecta el modo de actuar en los casos en los que un religioso se ausenta de manera ilegítima de su comunidad y no puedan ser encontrados.  

El Pontífice indicó que "Dios es cercano a cada uno de nosotros con su amor para llevarnos de la mano a la salvación". "Hay una salvación que trata de manifestarse en la vida de cada hombre y mujer, y de cumplirse en la eternidad. Si rezamos, es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad venciendo el mal con el bien. A este Dios tiene sentido obedecer y abandonarse incluso en la hora de la prueba más dura", aseguró.

El Pontífice reflexionó que de la Virgen María aprendemos a estar al lado de los que sufren "con la ternura y la dedicación de una madre", durante su encuentro con los miembros de la Familia Camiliana, quienes sostuvo que "el auténtico carisma del Espíritu" ellos "lo viven de manera ejemplar, traduciéndolo a la vida de acuerdo con la doble vía de asistir directamente a los enfermos, y enseñando a otros la mejor manera de servirlos, en beneficio de la Iglesia y la humanidad". 

El Pontífice indicó que la generosidad permite renunciar al chismorreo en el cual "juzgamos continuamente, condenamos continuamente y difícilmente perdonamos". "El Señor será generoso: nosotros damos uno y Él nos dará 100 de todo lo que damos. Y esta es la actitud que blinda para no juzgar, no condenar y perdonar", sostuvo. 

El Pontífice destacó la labor del abad de la Abadía de San Miniato al Monte de Florencia por haberlos ayudado a "entrar, como hizo el Verbo, en lo humano, para entender que Dios se hace presente siempre en lo humano". 

El Pontífice aseguró que frente a las tentaciones del demonio sólo se puede "responder con la palabra de Dios". Destacó que "Jesús, al hacer frente en primera persona" al diablo a las pruebas que este le pone "vence por 3 veces la tentación para adherirse plenamente al proyecto del Padre". 

El Papa consideró que "es evidente que el verdadero significado de lo que está sucediendo -abusos- se encuentra en el espíritu del mal, en el enemigo que actúa con la pretensión de ser el amo del mundo". "El pecado nos desfigura y sufrimos con la experiencia humillante cuando nosotros mismos o uno de nuestros hermanos sacerdotes u obispos caemos en el abismo sin fondo de vicio, corrupción o, peor aún, del crimen que destruye las vidas de otros", lamentó. 

El Pontífice precisó que "la Cuaresma es volver a descubrir que estamos hechos para el fuego que siempre arde, no para las cenizas que se apagan de inmediato; por Dios, no por el mundo; por la eternidad del cielo, no por el engaño de la tierra; por la libertad de los hijos, no por la esclavitud de las cosas". "Jesús, que arde con amor en el leño de la cruz, nos llama a una vida encendida en su fuego, que no se pierde en las cenizas del mundo", afirmó. 

El Pontífice indicó que el demonio "es el que pone malos deseos en nuestros corazones, malos pensamientos y nos lleva a hacer cosas malas, las muchas cosas malas que hay en la vida, para terminar en guerras". Aseguró que para hacerle frente se debe rezar y pedirle a Jesús que lo aparte. "Jesús es el Señor, Él manda", preciso. 

El Pontífice exhortó a no posponer la conversión al creer que "al final te librarás porque Dios es misericordioso". "Hasta ahora te has librado, pero más adelante no lo sabes. No digas: 'La compasión de Dios es grande, me perdonará mis muchos pecados', y así voy adelante haciendo aquello que quiero", alertó, al invitar a hacer un pequeño examen de conciencia cada día para convertirse a Dios. 

El Pontífice aseguró que "la santidad de Dios debe reflejarse en nuestras acciones, en nuestra vida", durante la audiencia general. "'Yo soy cristiano, Dios es Santo, pero yo hago muchas cosas malas'. Esto no sirve, hace mal, escandaliza y no ayuda", aseveró el obispo de Roma, al lamentar que haya cristianos que viven sin aspirar a la santidad, reconociéndose cristianos, pero con acciones incoherentes con su fe.

El Pontífice recordó que "se trata de crímenes abominables que hay que extirpar de la faz de la tierra: esto lo piden las numerosas víctimas escondidas en las familias y en los diversos ámbitos de nuestra sociedad". Una de las iniciativas planteadas para contrarrestar este crímen atroz es "la publicación por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe de un vademécum que ayude a los obispos del mundo a comprender claramente sus deberes y sus obligaciones". 

El Pontífice pidió al Espíritu Santo que sostenga en estos días a los participantes y que los "ayude a transformar este mal en una oportunidad de reconocimeinto y de purificación". "El peso de la responsabilidad pastoral y eclesial, que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal, sincera y profunda sobre cómo enfrentar este mal que aflige a la Iglesia y a la humanidad", precisó. 

El Pontífice citó a san Juan Pablo II al indicar que "colocarse en la escuela de los Padres significa aprender a conocer mejor a Cristo y conocer mejor al hombre", puesto que "este conocimiento ayuda mucho a la Iglesia en su misión",  durante una reunión con la comunidad del Instituto patrístico 'Agustinianum' de Roma. 

El Pontífice exhortó al "testimonio franco del valor incondicional de cada vida", a los profesores y alumnos de la Academia Alfonsiana - Instituto Superior de Teología, por los 70 años de su fundación, que durante este tiempo se comprometió "a profundizar en la teología moral sub lumine Mysterii Christi tratando de responder a la evolución de la sociedad y las culturas, en constante respeto del Magisterio".

El Pontífice aseveró que "los concebidos son hijos de toda la sociedad, y su asesinato en un número enorme, con la aprobación de los Estados, constituye un grave problema que socava en su base la construcción de la justicia, comprometiendo la solución adecuada de cualquier otra cuestión humana y social", durante una audiencia en el Vaticano con el 'Movimiento por la Vida'. 

El Papa precisó que "hay que ofrecer resistencia a los momentos oscuros, pero una resistencia con el corazón", y reiteró que "hoy muchos hombres y mujeres están sufriendo por la fe, pero recuerdan su primer encuentro con Jesús, tienen esperanza y van adelante". 

El Pontífice reiteró que San Juan Bosco "mirando la realidad con amor de padre y mirando a Dios con ojos de mendigo que pide algo de luz, comenzó a ir hacia adelante". El Papa precisó que se debe ir con ojos de hombre para tener "la sabiduría de entender que son tus hijos, tus hermanos" para después "tener la valentía de ir a luchar allí: el sacerdote es uno que lucha con Dios". 

El Pontífice consideró que en esta sociedad secularizada los fieles encuentran dificultad para dar testimonio de un estilo de vida según el Evangelio. "Los valores irrenunciables y constitutivos  de unidad y fidelidad, no sólo deben ser ilustrados a los futuros esposos sino que necesitan una acción pastoral constante de parte de la Iglesia, especialmente de parte de obispos y sacerdotes para acompañar a la familia en las diversas etapas de su formación y desarrollo", indicó. 

El Pontífice precisó "la Iglesia quiere reencontrar y despertar junto a los jóvenes". "Pedro está con ustedes para celebrar y renovar la fe y la esperanza. El amor de Dios es un amor de todos los días, discreto y respetuoso, amor de libertad y para la libertad, amor que sana y levanta", reflexionó. 

El Pontífice recordó que "san Juan Pablo II señaló los gestos de acogida y defensa de la vida humana". "Somos plenamente conscientes de que el umbral del respeto fundamental de la vida humana está siendo transgredido hoy en día de manera brutal", lamentó.

El Papa indicó que la fe que los padres piden a la Iglesia en el Bautismo "debe desarrollarse, debe crecer". Sostuvo que "la fe siempre va transmitida 'en dialecto': el dialecto de la familia, el dialecto de la casa, en el clima de la casa", y es por eso que lo primero que se debe enseñar a los niños es a persignarse bien. 

El Pontífice reflexionó que el Bautismo "nos hizo cristianos, incorporándonos a Cristo y a su Iglesia", por lo que exhortó a "agradecer al Señor por el don de la fe y a pedir al Espíritu Santo la fuerza de ser valientes testigos de Jesús", al recordar que el próximo domingo celebraremos la Fiesta del Bautismo del Señor. 

El Pontífice exhortó a amarnos "los unos a los otros, porque el amor viene del Señor". Recordó que Dios envió "al mundo a su Hijo unigénito, para que nosotros tengamos vida por medio de Él", y que este fue "un paso hacia la humanidad que no sabe amar, que necesita de las caricias de Dios para amar y del testimonio de Dios". 

El Pontífice indicó que "estamos invitados a no detenernos ante los signos exteriores del acontecimiento, sino a recorrer en novedad de vida nuestro camino de hombres y de creyentes". Reflexionó que los Reyes Magos despúes del encuentro con Jesús "podemos imaginar que relataron a todos la experiencia vivida: la salvación ofrecida por Dios en Cristo es para todos los hombres, cercanos y alejados". 

El Pontífice indicó que "las madres toman de la mano a los hijos y los introducen en la vida con amor". "Pero cuántos hijos hoy van por su propia cuenta, pierden el rumbo, se creen fuertes y se extravían, se creen libres y se vuelven esclavos. Necesitamos aprender de las madres que el heroísmo está en darse", reflexionó. 

El Pontífice reiteró que "desde el pesebre hasta el cenáculo Cristo se ofrece a nosotros todos los días y lo sigue haciendo hoy en la Eucaristía, pues llama a nuestra puerta para entrar y cenar con nosotros". 

El Pontífice precisó que "Navidad significa acoger en la tierra las sorpresas del Cielo y celebrar a un Dios que revoluciona nuestras lógicas humanas". "Procuremos no mundanizar la Navidad, ni convertirla en una bonita fiesta tradicional pero centrada en nosotros y no en Jesús", pidió. 

El Pontífice aseguró que "es cierto que la Navidad, todos lo sabemos, muchas veces no se celebra con mucha fe, se celebra de forma mundana o pagana; pero el Señor pide que se viva con fe, y nosotros, en esta semana, debemos pedir esa gracia: poder celebrar la Navidad con fe".

El Papa precisó que "el pesebre y el árbol, símbolos fascinantes de la Navidad, puedan llevar en las familias y en los lugares de reunión un reflejo de la luz y de la ternura de Dios, para ayudar a todos a vivir la fiesta del nacimiento de Jesús". 

El Pontífice afirmó que las consecuencias de esto "son evidentes, adormecen la conciencia, provocan una parálisis espiritual que lleva a la muerte interior". Reiteró que "hoy, como en otras épocas, el cristiano está amenazado por ese triple enemigo: el mundo, el demonio y la carne; estos peligros están a veces camuflados no los reconocemos". 

El Pontífice afirmó "Jesús rezaba como reza cualquier persona del mundo; sin embargo, su modo de rezar también era un misterio, había algo que seguramente se escapaba a los ojos de sus discípulos, y así se ve en los Evangelios cuando encontramos aquella petición así de sencilla e inmediata: 'Señor, enséñanos a rezar'".