Francisco exhorta a vivir la Cuaresma como un momento propicio para la conversión

El Pontífice precisó que "la Cuaresma es volver a descubrir que estamos hechos para el fuego que siempre arde, no para las cenizas que se apagan de inmediato; por Dios, no por el mundo; por la eternidad del cielo, no por el engaño de la tierra; por la libertad de los hijos, no por la esclavitud de las cosas". "Jesús, que arde con amor en el leño de la cruz, nos llama a una vida encendida en su fuego, que no se pierde en las cenizas del mundo", afirmó. 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.

EN LA MISA DE MIÉRCOLES DE CENIZA EN ROMA.

Francisco exhortó a vivir la Cuaresma como un momento propicio para la conversión, dado que "la Cuaresma es el momento para liberarnos de la ilusión de vivir persiguiendo el polvo", al presidir la Misa del Miércoles de Ceniza, con la imposición y bendición de la ceniza, en la Basílica de Santa Sabina en Roma, el miércoles 6 de marzo.

"La Cuaresma es volver a descubrir que estamos hechos para el fuego que siempre arde, no para las cenizas que se apagan de inmediato; por Dios, no por el mundo; por la eternidad del cielo, no por el engaño de la tierra; por la libertad de los hijos, no por la esclavitud de las cosas. Jesús, que arde con amor en el leño de la cruz, nos llama a una vida encendida en su fuego, que no se pierde en las cenizas del mundo; una vida que arde de caridad y no se apaga en la mediocridad", afirmó el Papa. 

Precisó que la Cuaresma "es una llamada a detenerse, a ir a lo esencial, a ayunar de aquello que es superfluo y nos distrae; es un despertador para el alma". "La Cuaresma es el tiempo para redescubrir la ruta de la vida", sostuvo, al invitar a "mirar dentro de nosotros con el ayuno, que nos libra de la mundanidad que anestesia el corazón". "Oración, caridad, ayuno: tres inversiones para un tesoro que no se acaba", ratificó.