El obispo de Port-Bergé, Georges Varkey Puthiyakulangara, denunció que "en las universidades, a las jóvenes no musulmanas se les paga 3 euros al día por llevar el burka". "¡Se aprovechan de la pobreza del pueblo, especialmente de los estudiantes que necesitan dinero! Aquí, el 85% de la población vive por debajo del umbral de pobreza", lamentó el prelado.
Más de 30 cristianos pentecostales fueron detenidos mientras rezaban en 3 lugares diferentes de Asmara, la capital de Eritrea. Las autoridades realizan redadas en domicilios particulares donde los fieles de las religiones no reconocidas, como los pentecostales, se reúnen para orar en comunidad. Además, el gobierno mantienen una actitud rígida con las 4 religiones admitidas, entre ellas, el catolicismo.
El obispo emérito de Torit, Paride Taban, afirmó que "la tribu es buena, pero el tribalismo es un mal, y esto es lo que está destruyendo a nuestra joven nación". "También está destruyendo a nuestro país la ignorancia y el analfabetismo; estos son los factores con los que deberíamos pelear en lugar de pelearnos entre nosotros", precisó.
El Vicario de Harar en Etiopía, Angelo Pagano, estuvo "involucrado en lo que se convirtió en un suceso trágico". "Nos quedamos bloqueados por un incendio que se desató en una iglesia ortodoxa, a 50 metros de distancia. Estuvimos bajo asedio unas 6 horas, aunque habíamos llamado a la policía. A nosotros nos fue relativamente bien, porque fueron nuestros hermanos ortodoxos los que sufrieron todo", sostuvo.
El arzobispo de Toamasina, Désiré Tzarahazana, que será creado cardenal por Francisco el 29 de junio, denunció que "con el dinero de países del Golfo y de Pakistán compran a la gente: hay jóvenes que van a estudiar a Arabia Saudí y que cuando regresan a Madagascar ejercen de imanes". Indicó que en su diócesis se "están construyendo mezquitas por doquier aunque no haya suficientes musulmanes".
El presidente de la Conferencia Episcopal de Etiopía y Eritrea, Berhaneyesus Souraphiel, indicó que "las violencias que están ocurriendo en Etiopía son caracterizadas por divisiones étnicas y por el odio", lo cual "es vergonzoso, porque esos no son nuestros valores". "La pérdida de vidas humanas y la pérdida de las propiedades, nos llevan para atrás, aseveró el prelado.
El sacerdote de la eparquía de Asmara, que es capellán de los eritreos en Europa, Abba Mussie Zerai, aseveró que las autoridades intentan evitar la influencia de la religión en el país "sin prohibir el culto, pero sí las actividades sociales". Lamentó que quienes más pierden con la situación es "la población que ya no tiene estructuras serias y eficientes a las que recurrir".
El presidente de la Conferencia Episcopal de Malawi, Thomas Luke Msusa, afirmó que los ciudadanos del país defienden la vida desde la concepción, al refutar a grupos promotores de asesinatos de no nacidos. El prelado destacó "la sacralidad y santidad de la vida humana".
El secretario general de a Association of Member Episcopal Conferences in Eastern Africa, Ferdinand Lugonzo, denunció que "el gobierno confisca las propiedades eclesiásticas, no permite la construcción de iglesias y amenaza la existencia misma de la Iglesia".
Las organizaciones que defienden la libertad religiosa, Solidarity Worldwide y Release International, precisaron que los fieles fueron arrestados en la capital del país, Asmara, y en otros siete pueblos. "Los arrestos de cristianos es una clara ilustración de que la persecución en Eritrea contra grupos de fe no reconocidos es continua", denunció el jefe ejecutivo de Solidarity Worldwide, Mervyn Thomas.
El sacerdote Albert Rainiherinoro afirmó que "la primera peregrinación se ha realizado en Ambohidempona, en Nuestra Señora Estrella de la Esperanza, una estatua emblemática de la ciudad de Fianarantsoa". "La otra, por las afueras de la ciudad, ha tenido lugar en Ilena. Durante esta celebración se ha bendecido la estatua de cemento que ha sustituido a la antigua, dañada por el granizo porque era de yeso", aseguró.
La vocera de Catholic Relief Services para África Oriental y del Sur, Nancy McNally, indicó que "la pobreza es muy profunda, y parece que el instinto de supervivencia se ha activado". "Encontré una familia que ha estado viviendo con el fruto del cactus por un año, reservando el poco dinero que pudieran obtener para la comida del niño más pequeño - de un año-, pero esto podría llegar a ser un poco de arroz", sostuvo.
La Conferencia Episcopal de Malawi afirmó que los "hospitales registran un fuerte aumento de los casos de desnutrición y se teme que la situación pueda empeorar ya que nos acercamos a lo que llamamos el período de escasez" y lamentó las deficiencias del gobierno por no aplicar el "plan de recuperación nacional para romper el ciclo de la inseguridad alimentaria".
El misionero monfortino, Piergiorgio Gamba, denunció que "el gobierno ha tardado meses en dar una respuesta" y que "ahora sólo queda el hambre: los niños no van a la escuela, la fila de personas para conseguir algo de comer es diaria y esto es sólo el comienzo".
El misionero español Christopher Hartley Sartorius aseveró que "venían advirtiendo sobre la sequía tanto las Naciones Unidas como otros organismos internacionales, pero ahora los informes no son necesarios, lo vemos con nuestros propios ojos a nuestro alrededor".
El arzobispo de Juba, Paulino Lukudu Loro, denunció que la gente en el país muere y a nadie le interesa. Ante esta situación, el Consejo de las Iglesias de Sudán del Sur, que engloba a una docena de Iglesias cristianas presentes, lanzó una nueva iniciativa de paz para el país más joven del mundo, que nació hace 4 años y que vive en conflicto desde hace 20 meses. La iniciativa de paz promovida por los cristianos ya comenzó, tanto dentro del país como fuera, en las zonas en las que muchos sudaneses buscaron refugio.
El obispo emérito de Torit, Paride Taban, aseguró que "nunca había visto chicos comer en la basura en Juba", capital del país. Desde diciembre de 2013 volvió la guerra a Sudán del Sur, debido a las divisiones entre el presidente Salva Kiir y su vicepresidente, Riek Machar. Ambos líderes políticos exasperaron el conflicto entre los dos principales grupos étnicos del país: los dinka y los núer, una división que se heredó de generación en generación.
Así lo aseguró el vicario de la diócesis de Mumbasa y presidente de un organismo local para el diálogo interreligioso, tras analizar ataques terroristas en Kenia. "La Iglesia católica vive la situación con mucha preocupación. Ya ahora, la Misa dominical es protegida por la policía, aunque su presencia no sea una garantía absoluta", sostuvo.
"Muchos creen que los albinos tienen poderes místicos o mágicos en partes de su cuerpo, que harían a la gente rica", lamentó la Comisión de Justicia y Paz del país africano. Fuentes de la policía de Malawi sostienen que partes de sus cuerpos pueden venderse en Tanzania por 600 dólares, y un cuerpo entero por 75.000.
Los obispos recaudaron la ayuda a través de la colecta nacional del 8 de febrero en todas las parroquias del país africano, uno de los más pobres del mundo.