San Arturo, religioso y mártir


† 1282 Irlanda. Memoria: 1 de septiembre. 
 

San Arturo fue un monje trinitario irlandés del siglo XIII. Mártir de la Fe, fue sacrificado por los musulmanes en 1282. Este dato y los demás que conocemos sobre él proceden de las crónicas de la Orden de los Trinitarios. Su fiesta se celebra el día 1 de septiembre, aniversario de su martirio.

Natural de la católica Irlanda

En tiempo de San Arturo la vitalidad católica de Irlanda había logrado gran auge. En su historial contaba con varios Santos y algunos teólogos famosos. Era conocido, por otra parte, el dinamismo de los creyentes irlandeses, que les llevaba constantemente a grandes empresas. A nadie extrañaba, pues, que hubieran cuajado allí las órdenes militares y la directamente emparentada con ellas, la trinitaria, a la que perteneció nuestro Santo.

Procedía de una familia de piadosos cristianos que le educó desde su más tierna infancia en el amor a Cristo y su Santa Iglesia. Desde sus primeros años dio muestras de mucha piedad y virtud, siendo ejemplar en todo y comenzando de esta manera su largo camino hacia la santidad.

Religioso trinitario para rescatar cristianos

Al llegar a la edad en que debía tomar estado, le sucedió que escuchó una llamada en su interior. Sintió en su pecho ardiéndole un gran deseo de servir a Dios y entregarle su vida generosamente. Como cualquier otro hombre tenía frente a sí otras alternativas menos penosas y más regaladas. Podría haberse casado, y haber hecho una vida cómoda en su tierra natal. Sin embargo, él no quiso darle la espalda al Señor, y cuando supo que Elle necesitaba, que Él le llamaba, corrió presuroso a presentarse, sin preocuparse en si habría de afrontar sufrimientos y pesadas cargas.

A causa de las luchas entre cristianos y sarracenos y debido a los procedimientos de piratería de éstos, yacían en la esclavitud, en todas las ciudades musulmanas, centenares y hasta miles de cristianos, sufriendo toda suerte de penalidades. Arturo se sintió con alma generosa para trabajar y aun para ofrecer su propia vida en aras de la liberación de los infelices cautivos. Y por esto ingresó en la fervorosa milicia redentora de los trinitarios.

Hacia el Medio Oriente. En Tierra Santa y Mesopotamia

Pronto demostró sus actividades. Siguiendo con perfecta fidelidad las normas directrices de San Juan de Mata, fundador de la Orden, partió Arturo para el Oriente, a rescatar a los fieles que estaban prisioneros… Poco conocemos de sus andanzas por tierras semitas. Pero la celebridad de su heroísmo es indicio seguro del sendero de claridad que dejarían sus huellas, todas ellas en ruta de inmolación por Cristo. Sin cesar, resonaría en su corazón la promesa del divino Maestro: «Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.» (Mt 16, 25)

No era fácil la labor de los trinitarios, cualquiera que entrase en la Orden sabía que se le abría por delante un camino de peligros y acechanzas. La navegación en aquellos días era peligrosa e insegura, no sólo por la amenaza de los piratas, sino también por la pobreza de medios y por el atraso tecnológico. Las enfermedades y los naufragios eran muy habituales. También sucedía a estos frailes que, al llegar a tierra sarracena, tropezaban con jefes crueles y traicioneros, poco dados a cumplir la palabra dada o a respetar el hábito de un fraile. Sus ciudades eran también inseguras y a cada paso encontraban ladrones salteadores dispuestos a arrebatarles el codiciado botín que con ellos llevaban.

Visitó Tierra Santa, donde se acabaría de enardecer de amor a Jesús y a su Pasión. Este amor era el que le impulsaba a laborar y luchar por la libertad de los pobres reclusos de las mazmorras mahometanas, y por la abolición total de la esclavitud. Llegó hasta Babilonia, si bien se ignora si vivió mucho tiempo en ella.

Perseguido por el Islam. Mártir de la Fe

Su condición de fraile cristiano, su activismo proselitista, su celo ardiente y sus osadías, se hicieron odiosos a los discípulos del Corán. Fue apresado allí mismo, en Babilonia, quemado vivo, por odio a la fe y a la doctrina de nuestra Religión.

A raíz de haber obtenido Fray Arturo la palma del martirio, se difundió su veneración rápidamente por amplias regiones. Y ha sido y es grande la devoción que en muchas partes se le tiene, desde el siglo XIII.

La Iglesia celebra su fiesta el 1 de septiembre.

Pidamos a San Arturo que interceda por nosotros.

Deja un comentario