¡Vayamos y anunciemos!

Rubén Oscar Frassia es Licenciado en Teología Moral por la Universidad Gregoriana de Roma. Fue ordenado obispo por san Juan Pablo II en 1992. Actualmente es obispo de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

Mt 28, 16-20.

Después de la resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".

 

Queridos hermanos, la experiencia de la Pascua fundamentalmente es la crucifixión de Cristo, su muerte y su Resurrección. Cristo ha sido enviado por el Padre a cumplir con la misión que Él le encargó. Permanentemente Jesús decía: "Yo vengo a hacer la voluntad del Padre y no la mía". Cristo con su entrega es la obediencia al Padre; en el Huerto de los Olivos, sabiendo lo que le iba a pasar, dice San Lucas que transpiraba gotas de sangre: "Padre, si es posible aparta de mi este cáliz pero que no sea mi voluntad sino la tuya".

Cristo -que pasó por la crucifixión y la muerte- una vez resucitado asciende al Padre y el Padre lo glorifica; ya cumplió con su misión y con el Padre envía al Espíritu Santo; el Espíritu Santo viene a recordarnos y actualizarnos todo lo que el Señor hizo en la vida; por eso el Espíritu Santo nos ilumina, da sentido, da vigor, ¡da vida a todo: a nosotros, a los sacramentos!, ¡da vida en la consagración cuando el sacerdote, por la Palabras de Cristo y el Espíritu Santo, transforma el pan en el Cuerpo del Señor y el vino en la Sangre de Cristo!, ¡da vida cuando el sacerdote nos bautiza, nos confirma en nombre del Obispo, nos perdona los pecados!

Por eso dice Jesús: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos"pide que lo conozcan, que sean bautizados en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la Santísima Trinidad; que vivan en la verdad y no en la ignorancia; que vivan en la vida y no en la superficialidad. Y nos dice algo extraordinario: "Y Yo estaré con ustedes, todos los días, hasta el fin del mundo".

Lo eterno ya está presente en nuestra vida; nuestro tiempo ha sido santificado, eternizado, tiene una fuerza y un color de lo absoluto, de lo eterno. De allí que cada cosa que uno realice en su Nombre, no tiene un gusto efímero, pasajero, no; todo lo que hagamos en su Nombre tiene un toque de eternidad. El amor, el servicio, la entrega, un consejo, una palabra, el ánimo.

Que esta Ascensión del Señor al cielo nos lleva a anunciarlo a los demás, llevarlo a los demás; vayamos y anunciemos; somos enviados, hablemos de Cristo, demos testimonio de Él y hagamos más creíble a la Iglesia del Señor Resucitado.

 Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

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