Profeta. Sacerdote. Rey

Rubén Oscar Frassia es Licenciado en Teología Moral por la Universidad Gregoriana de Roma. Fue ordenado obispo por san Juan Pablo II en 1992. Actualmente es obispo de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

Así comienza el ministerio público de Jesús; su bautismo es como el inicio de la misión. Recordamos cuando Jesús se encarnó, en el seno virginal de María, y cuando fue dado a luz en la Navidad, Cristo -verdadero Dios y verdadero Hombre- viene a este mundo enviado por el Padre para cumplir con la misión. La misión de salvarnos, de rescatarnos, de redimirnos, de devolvernos el sentido del amor, la misión que significa vivir como hermanos en el Hijo, siendo hijos de Dios.

Es importante darnos cuenta de la presencia de la Persona de Jesús: Él vino para hacer la voluntad del Padre y no su voluntad; se ofreció en el sacrificio de la cruz por amor al Padre y por amor a nosotros. Hay que estar atentos a esta misión porque no somos espectadores que tenemos las manos  atadas, ni los ojos ocultados en la visión, como ciegos.

Tenemos que involucrarnos, tenemos que escuchar, tenemos que seguir, tenemos que imitar. También nosotros tenemos una misión y muchas veces, en nuestra vida, la hemos ido dejando en partes, a la vuelta de la esquina, perdiendo el sentido del por qué, la finalidad, el proyecto, la vida, la misión.

Que mirando a Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, cumpliendo Él con su misión, también nosotros encarnemos la nuestra. Esa participación. Y en esto, la voz del Padre que ratifica y dice: Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puesta mi predilección; la voz del Padre con el Espíritu -que no sólo desciende sino que permanece con Él para siempre en la Iglesia-.

El Bautismo de Jesús que es profeta -porque nos anuncia la Buena Nueva-, es sacerdote -porque es el único sacrificio redentor- y es rey porque Él reina en el corazón de los hombres y de los pueblos

 

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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