José Gabriel del Rosario, santo 100% argentino

El 16 de octubre pasado, Francisco canonizó a José Gabriel del Rosario Brochero. El sacerdote es el primer santo que nació, vivió y murió en Argentina. Fue una persona que trabajó por la salvación de las almas y el progreso de una población serrana cordobesa muy pobre, aislada y olvidada del siglo XIX.

José Gabriel del Rosario Brochero, conocido como el Cura Brochero, fue canonizado por el Papa, en una multitudinaria Misa en la Plaza de San Pedro, a la que asistieron 80.000 fieles, entre ellos 2.000 peregrinos argentinos. Fue declarado santo al comprobar que intercedió en las curaciones científicamente inexplicables de dos niños. El primer milagro que le atribuyen es del adolescente cordobés Nicolás Flores. Cuando tenía ocho meses, quedó en estado vegetativo y con problemas neurológicos severos, tras sufrir un accidente vial. Su familia pidió la intercesión de Brochero y el menor se recuperó sin explicación médica. Este hecho le permitió llegar a ser beato. Por otro lado,  la recuperación de Camila Brusotti, la niña sanjuanina que cuando tenía 8 años fue brutalmente golpeada por su madre y su padrastro, fue considerada el segundo milagro.

El Cura Brochero no es el  primer argentino en llegar a los altares. Este título lo tiene san Héctor Valdivieso, un mártir durante la llamada Revolución de Asturias, poco antes de la Guerra Civil en España, país en el que vivió desde los 4 años. Sin embargo, el sacerdote cordobés es, hasta la actualidad, el único que fue canonizado, que nació, vivió y murió en el país, lo que lo convierte en el primer santo 100% argentino. Brochero llegó al mundo el 16 de marzo de 1840, en Santa Rosa de Río Primero, en el noreste de la provincia de Córdoba. Fue el cuarto de diez hermanos, que vivían de las tareas rurales de su padre. Creció en una familia de profunda vida cristiana, dado que dos de sus hermanas fueron religiosas del Huerto. Ingresó en el colegio seminario de Nuestra Señora de Loreto cuando tenía 16 años y fue ordenado presbítero el 4 de noviembre de 1866.  “Muchas veces le he oído contar a Brochero que la constante preocupación de su juventud fue el sacerdocio. No sabía qué vocación seguir: la laical o la sacerdotal. Su espíritu fluctuaba y su corazón sufría con esta indecisión. Un día, dominado por esta preocupación, asistió a un sermón en que se bosquejaron las exigencias y sacrificios de una y otra. Apenas concluyó de escucharlo, la duda ya no atormentaba su alma, y ser sacerdote era para él una resolución inquebrantable", escribió un amigo del santo, registrado en el Periódico Los Principios, de Córdoba, el 30 de enero de 1916, según el sitio del Seminario Mayor de Córdoba.

El Cura gaucho desempeñó sus primeros años de ministerio sacerdotal en la Catedral de la ciudad de Córdoba, durante la epidemia de cólera que desbastó a la localidad. Fue prefecto de estudios del Colegio Seminario Nuestra Señora de Loreto, donde obtuvo el título de Maestro en filosofía por la Universidad de Córdoba. En 1869 fue elegido vicario del valle de Traslasierras y se estableció en la localidad de Villa del Tránsito, actualmente llamada Villa Cura Brochero en su honor. El extenso Curato de San Alberto tenía 4.336 kilómetros cuadrados y más de 10.000 habitantes que vivían en lugares distantes sin caminos y sin escuelas, e incomunicados por las Sierras Grandes de más de 2.000 metros de altura. En esa ciudad, asumió como propias las necesidades de los pobladores, una comunidad pobre, aislada y olvidada en pleno siglo XIX. En 1877, inauguró la Casa de Ejercicios de la entonces Villa del Tránsito, que tuvo tandas que superaron las 700 personas, donde llegaron a pasar por la misma, más de 40.000 personas. Edificó la casa para las religiosas, el Colegio de niñas y la residencia para los sacerdotes. Con sus feligreses, construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias. Tras realizar pedidos a las autoridades, obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas, medios de comunicación destacados para la época. Proyectó el ramal ferroviario que atravesaría el Valle de Traslasierra, y une a Villa Dolores y Soto para que los serranos "abandonados de todos pero no por Dios" puedan salir de la pobreza.

Durante la presentación de Brochero en la Misa donde lo proclamaron santo, el cardenal Angelo Amato destacó que el nuevo santo "se empeñó principalmente en el anuncio del Evangelio y en la educación del pueblo" y "se esforzó intensamente para promover el desarrollo del territorio promoviendo la construcción de iglesias, capillas, escuelas rurales y caminos -más de 200 kilómetros entre las montañas-". Por ese motivo, la Secretaria General de la Presidencia de la Nación declaró de interés nacional la canonización del Cura gaucho, al afirmar que "los valores trascendentes que impulsó constituyen un ejemplo cívico en materia educativa, social y de salud digno de ser valorado e imitado, y se valora que la canonización constituye un acontecimiento de singular relevancia". El padre Brochero enfermó de lepra como consecuencia de atender a enfermos, a quienes les llevaba los sacramentos. Falleció leproso y ciego el 26 de enero de 1914. "Es sabido que el Cura Brochero contrajo la enfermedad que lo ha llevado a la tumba, porque visitaba largo y hasta abrazaba a un leproso abandonado por ahí", escribió un diario católico de Córdoba, días después de su muerte.

El Pontífice, durante el Jubileo de los sacerdotes, lo dio como ejemplo de presbítero al asegurar que él "se dejó trabajar el corazón por la misericordia de Dios", y recordó que el santo "soñaba con morir galopando para ir a dar la unción a algún enfermo". Por ese motivo, Francisco lo nombró patrono del clero argentino. "Cuando uno pregunta sobre Brochero, la gente dice: 'Andaba con su mula malacara, rancho por rancho' y es verdad; pero además de eso hizo escuelas, puentes, caminos, casa de retiros, acueductos, etc. Son actividades sociales que vienen de su vida espiritual, la cual estaba fundamentada en la vida de oración", sostuvo el obispo de Cruz del Eje y postulador de la causa de canonización, Santiago Olivera, al ratificar que principalmente fue "un hombre de profunda vida de oración".  

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