El santo es templo de Dios

Las meditaciones que presento quieren ser una lectura del Catecismo en clave de meditación, de diálogo o charla con el Señor. Escuchando el pedido de san Juan Pablo II, escribo esta adaptación de su Catecismo para llevarlo a la oración.

Querido Señor:

            Muchos de los santos que nos cuidan desde el cielo nos han dejado sus escritos y su testimonio. Su intercesión es su más alto servicio. A ellos les rogamos que intercedan por nosotros y por el mundo entero. ¡Bendita sea la comunión de los santos!

            El primer ámbito para la educación en la oración es la familia, “iglesia doméstica”. Junto con la familia también lo sacerdotes somos responsables de la formación en la oración.

            Muchos religiosos han consagrado su vida a la oración… y su vida consagrada no se mantendrá ni se propagará sin la oración. La catequesis está orientada a que la Palabra de Dios se medite en la oración personal y se actualice en la oración litúrgica. En la catequesis se enseñan las oraciones fundamentales y muchas veces se purifica y educa la piedad popular.

            Los grupos de oración han de convertirse en verdaderas escuelas de oración y lo fieles que han recibido el carisma de la dirección espiritual (o acompañamiento espiritual) deberán ser verdaderos servidores de la tradición viva de la oración. En este sentido, san Juan de la Cruz escribe: "Si el guía espiritual no tiene experiencia de la vida espiritual, es incapaz de conducir por ella a las almas…”

            La elección de un lugar favorable no es indiferente para la oración.

            La iglesia es el lugar para la oración litúrgica y también el de la adoración de tu presencia real en el Santísimo Sacramento.

            Para la oración personal puede ser favorable un rincón de oración o un pequeño oratorio en la propia casa.

            Los monasterios muchas veces invitan a los fieles a participar en la oración de las horas y, también, suelen ofrecer la soledad necesaria para una oración personal más intensa.

            Los santuarios son lugares excepcionales para la meditación y las peregrinaciones, que recuerdan nuestro caminar hacia el cielo, son momentos fuertes de renovación interior.

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