Cielo y tierra pasarán

Cada semana comento la lectura del Evangelio de la celebración litúrgica del domingo. Espero sea de provecho.

Mc 13, 24-32.

Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

El cielo y la tierra nos parecen algo permanente, estable. Es la estabilidad que nos aparenta tener la vida en este mundo cuando no tenemos una enfermedad u otro problema grave. En esas circunstancias puede darnos la sensación de que vamos a vivir siempre sobre esta tierra y bajo este cielo, nos olvidamos de que somos mortales.

Pocas cosas tan pasajeras como las palabras. Conforme las vas pronunciando, se van desvaneciendo como una mecha encendida. Sin embargo, no todas las palabras tienen la misma permanencia.

  • no es igual el "te quiero" "en la salud" de quien no está dispuesto a seguir amando "en la enfermedad", que el del matrimonio que celebra sus bodas de oro.
  • no son iguales los votos de la joven novicia que se acercó a la consagración para tener "experiencias nuevas", "un modo de vida cómodo", y "cuando me deje de gustar me voy", que los de la religiosa que apaga las velas de la tarta de su 100 cumpleaños con la sonrisa limpia del primer día.
  • no se pueden comparar las promesas pasajeras de los políticos demagogos con la fuerza del "yo te bautizo", "yo te absuelvo de tus pecados", "el Cuerpo de Cristo", pronunciados por un sacerdote.
  • palabras son las que se emplean para las conversaciones huecas sobre lo pasajero y banal; palabras son la de quien da sabios consejos para permanecer en el buen camino.

Jesús es la Palabra de Dios hecha carne. Las fuerzas del mal intentaron silenciarla con la matanza de inocentes, y después con la crucifixión. Pero Él resucitó al tercer día porque es la Palabra que no pasará. Hoy compiten las palabras de las ideologías de turno, bien calculadas, bien estudiadas, populistas, contra el Evangelio de Jesús, contra su Palabra sobre la vida, la familia, Dios. Las palabras de las ideologías que actualmente parecen ser tan poderosas terminarán, como afirmaba el Papa Emérito Benedicto XVI, en el tacho de basura de los residuos inútiles de la historia. Como tantas otras.

Jesús tiene la última Palabra, la única palabra eterna. Quien adhiere al mensaje del Jesús conservado fielmente en su Iglesia católica, permanecerá siempre en el Buen Camino. Quien se apunta a las palabras de la moda, de las ideologías reinantes, de lo que dicen en la tele, de lo que está bien visto, de lo que me conviene y no me trae problemas, terminará traicionando a Jesús, a la verdad y a sí mismo. 

Lo que parece firme -el cielo, la tierra, nuestra vida en este mundo- concluirá. Lo que parece frágil, perecedero y pasado de moda -el Evangelio de Jesús, sus mandamientos, su mensaje de amor, paz, justicia, fe, esperanza- eso no pasará. Cada cual decide a con qué palabra identificarse, en base a qué discurso modelar su vida y sus convicciones. Sólo Cristo no defrauda. 

Cuando se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, todos comprenderán que Jesús es la Palabra Eterna con la que uno debería haber configurado su vida. Pero en ese momento, cuando Cristo venga a juzgar el mundo, ya será demasiado tarde. Antes de que se consuma la mecha de nuestra vida, es tiempo de rechazar la dictadura de las modas y de las ideologías, de abandonar nuestras conversaciones y comportamientos triviales, intrascendentes y egocétricos.  Es tiempo de no aferrarnos a un cielo y una tierra que pasarán. Es tiempo de hacernos uno con Jesús y con sus mandatos, diciendo como Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.

 

@fraytuk

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