Parábolas sobre la oración

Las meditaciones que presento quieren ser una lectura del Catecismo en clave de meditación, de diálogo o charla con el Señor. Escuchando el pedido de san Juan Pablo II, escribo esta adaptación de su Catecismo para llevarlo a la oración.

Querido Señor:

            Tres son las parábolas principales sobre la oración que nos regalaste y que nos transmite San Lucas.

            La primera es la del “amigo inoportuno” (Lc 11, 5-13). Fue a media noche a pedirle a su vecino que le prestara 3 panes pues le había llegado un amigo y no tenía qué darle de comer. El vecino (se nota que se tenían confianza; eran amigos), le dijo que no le moleste: “estoy acostado y tengo que levantarme para dártelos”. Al final… se levantó y, si no fue por tratarse de su amigo y vecino, fue para que no lo molestase más. Después de la parábola nos animaste a pedir, porque se nos dará; a buscar porque encontraremos; y a llamar porque se nos va a abrir.

            En la segunda parábola, la inoportuna es una viuda (Lc 18, 1-8) que insiste a un juez para que le haga justicia. Al final, harto ya de los reclamos, le hizo justicia para que no siguiera importunándolo. Al terminar de contar esta parábola preguntaste: ¿Acaso no hará Dios justicia a sus elegidos?

            Y la tercera parábola es la del fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14). La soberbia del fariseo envenenó su diálogo con Yavé y, la humildad del publicano, llevó sus palabras a Dios que lo escuchó conmovido.

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