Dio todo

Cada semana comento la lectura del Evangelio de la celebración litúrgica del domingo. Espero sea de provecho.

Mc 12, 38-44.

Jesús miraba cómo la gente depositaba su limosna. "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".

 

Jesús miraba cómo la gente depositaba su limosna

Jesús no está lejos de este mundo, no está lejos de su Iglesia. "Sentado a la derecha del Padre", mira de cerca a cada hombre y mujer. Observa con su mirada de amor que transmite paz, confianza y gracia para la fidelidad de sus discípulos misioneros. Pero la mirada de Jesús, precisamente por ser una mirada de amor verdadero, espera de cada persona una respuesta adecuada a la gracia que le es otorgada y a la dignidad recibida imagenes y semejanzas de Dios. Él se entristece con la mezquindad y se alegra con la generosidad.

Jesús mira hoy cómo depositan su limosna los católicos. El quinto mandamiento de la Iglesia, como lo recuerda el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, consiste en "ayudar a la Iglesia en sus necesidades". Esta ayuda comprende también la ayuda a las necesidades económicas de la Iglesia: liturgia, evangelización, misión y caridad. Pensemos en el sostenimiento del clero, en los cristianos perseguidos, en los templos, en las imágenes religiosas, en la Tierra Santa, en la Iglesia en África, en los indigentes, en las familias pobres, en los niños abandonados, en las necesidades sanitaria, en los afectados por tifonesinundaciones, volcanes, terremotos… ¿En qué gastas el dinero? ¿Cuánto empleas en "ayudar a la Iglesia en sus necesidades"?

Jesús mira también hoy cómo se administran los bienes de la Iglesia. Quienes reciben la colaboración económica de los fieles lo hacen representando a la Iglesia católica, de ahí su enorme y sagrada responsabilidad de administrar adecuadamente las donaciones, respetando la voluntad del donante, destinándolos a las necesidades más acuciantes, y por supuesto evitando todo atisbo de provecho personal y malversación de fondos. Quienes han olvidado esta 'mirada de Jesús' sobre ellos, quienes han perdido el santo temor de Dios, caen fácilmente en el aprovechamiento de la "ingenuidad financiera" de la Iglesia. Los pastores tienen la grave responsabilidad de no dejar las donaciones de los fieles en manos de "sinvergüenzas" o "incompetentes". Si bien la actividad caritativa y social de la Iglesia es inmensa y visible para cualquier persona que tenga una mirada libre de prejuicios, también es verdad que casos como el reciente Vatileaks II merman la credibilidad de la Iglesia y constituyen un enorme escándalo par los débiles.

 

La colaboración de la viuda con el Templo confiere los adjetivos correctos a toda colaboración económica con la Iglesia:

Religiosa. Se hace en la presencia de Jesús, por y para Dios, y para las obras de Dios -en el caso de la viuda, para el Templo-. No para aparentar ni para 'comprar' los milagros de Dios, lo cual sería vil y ridículo. Es verdad que todo pertenece a Dios. Pero Él ha querido que compartamos nuestros bienes con su Iglesia para enseñarnos a ser parte corresponsable del Cuerpo Místico de Cristo. La viuda tiene fe suficiente como para ver que en la colaboración al Templo está realizando una ofrenda agradable al mismo Dios.

Libre. Nadie obligó a la viuda a dar su limosna. Ni siquiera un supuesto temor a que 'Dios la castigue' fruto de una religiosidad ignorante. Su amor a Dios le hizo libre de la esclavitud del dinero, y así pudo colaborar. Dios no impone diezmos, apela a nuestra conciencia.

Generosa. Dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir. Admira la longanimidad de esta viuda, que ofreció incluso de lo que para ella era necesario ese día. Es fruto, indudablemente, de su confianza en el Padre que está en el cielo, que alimenta a los pájaros del cielo, que no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros (Mt 6, 26).

 

El libro de Tobías nos deja unas hermosas reflexiones sobre la limosna que anticipan el gesto de la viuda pobre, y de todas las personas de buena voluntad que ayudan económicamente en sus necesidades a la Iglesia y a los más desfavorecidos.

Da limosna según la medida de tus posibilidades: si tienes poco, no temas dar de lo poco que tienes. Así acumularás un buen tesoro para el día de la necesidad. Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas: la limosna es, para todos los que la hacen, una ofrenda valiosa a los ojos del Altísimo (Tb 4, 8-11).

 

@fraytuk

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