Orar en la fe

Las meditaciones que presento quieren ser una lectura del Catecismo en clave de meditación, de diálogo o charla con el Señor. Escuchando el pedido de san Juan Pablo II, escribo esta adaptación de su Catecismo para llevarlo a la oración.

Querido Señor:

            Gracias por invitarnos a pedir con fe: "todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido" (Mc 11, 24); a tener audacia filial y a no dudar (Mt 21, 22) pues todo es posible para el que cree (Mc 9,23).

            Te pido la fe del Centurión romano, que te rogó la curación de su esclavo, y dijo: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; te basta una palabra (Mt 8, 10). Te pido la fe de la Cananea que no desfalleció cuando vos le dijiste que no estaba bien dar de comer a los perros la comida de los hijos. ¡Qué palabras tan fuertes! Pero se comprende que Vos ya sabías que ella no solo era santa y buena si no despierta y “pícara”; de sobrepique nomás te replicó que los cachorros se comen las migas que caen de la mesa de los hijos.

            Sabemos, Jesús querido, que la oración de fe no consiste en decir “Señor, Señor”, sino en disponer el corazón para hacer la voluntad del Padre (Mt 7, 21).  Y Vos nos invitás a llevar a la oración esta voluntad que nos anima a ser cooperadores del plan de salvación.

            Queremos estar atentos a tu próxima venida gloriosa. Pero, mientras tanto, ayudanos a velar para no caer en la tentación y a dar las batallas que exige el combate de la oración.

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