Maestro, que yo pueda ver

Cada semana comento la lectura del Evangelio de la celebración litúrgica del domingo. Espero sea de provecho.

Mc 10, 46-52.

Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".

 

La ceguera del espíritu

Existe la ceguera física, que comporta una serie de limitaciones a la vida de la persona. Pero la ceguera espiritual es mucho peor, porque imposibilita para captar la verdad y lo que es realmente bueno para la persona, y perjudica el camino hacia la plenitud personal, hacia la salvación, hacia la verdadera felicidad. Es ciego en el alma quien no tiene criterio, o quien cree que lo bueno es malo, y lo malo bueno, que lo falso es verdadero y lo verdadero falso. Es ciego el ateo, o el que se ha hecho una religión a su medida, o el que es esclavo de su egoísmo.

 

Etiología

Cuando se habla de una enfermedad es fundamental conocer las causas. La ceguera espiritual tiene su propia etiología.

Causas ambientales. El ambiente familiar y cultural en el que uno nace y crece, ayuda o perjudica a desarrollar la vista del alma. Una sociedad materialista está ciega y crea ciegos para ver los valores del espíritu: Dios, la fe, el amor al prójimo.

Causas personales. Somos libres, y en la vida vamos tomando una serie de decisiones que nos van configurando como personas. Bien adquirimos virtudes que nos hacen fácil a largo plazo encaminarnos por una vida decente, o bien nos acostumbramos a lo que es cómodo pero nos perjudica, y desarrollamos vicios que inducen una y otra vez a repetir malos comportamientos que nos ciegan para el bien. También decidimos en gran medida con quién relacionarnos, y qué de qué convicciones apropiarnos, y esto va creando un modo de ver la vida, que si es errado, nos convierte en ciegos para la verdad. También existe una limitación 'de fábrica' para nuestra visión espiritual: por un lado no tenemos la mente divina y nuesta capacidad de conocer lo bueno y verdadero es limitada; por otro lado, el pecado original dejó en el hombre una cierta inclinación al error y al mal.

Causas preternaturales. Si bien el demonio no puede forzar la voluntad humana, sí es verdad que la tentación del Maligno quiere apartarnos de la voluntad de Dios.

 

Efectos

La ceguera del espíritu afecta al hombre a tres niveles:

Criterios. Cuando uno se ciega, va desarrollando criterios erróneos que le hacen situarse en la vida bajo una perspectiva errónea. En la medida en la que actúa conforme a esas convicciones, su vida transcurre de equivocación en equivocación. Es ciego quien piensa:

  • que Dios no existe; es ciego porque sí existe;
  • que no tiene alma; es ciego porque sí la tiene;

  • que uno elige qué es bueno y qué es malo, tan absurdo como creer que la comida que ingiero me alimenta conforme yo quiero que me alimente;
  • que con esta vida se termina todo; es ciego porque tras esta vida su alma se presentará ante Dios, quien dará la Vida eterna a los que por su constancia en la práctica del bien, buscan la gloria, el honor y la inmortalidad​, pero, castigará con la ira y la violencia a los rebeldes, a los que no se someten a la verdad y se dejan arrastrar por la injusticia (Rm 2, 7-8).
  • que Dios no es suficientemente bueno para amarlo y perdonarlo, o suficientemente poderoso para regenerarlo; es ciego porque Dios es todo amor y todo poder.

Voluntad. Cuántas veces no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero (Rm 7, 19). Puede ser que la mente vea el bien, pero la voluntad está debilitada para conseguirlo.

Sensibilidad. La sensibilidad está ciega cuando no apetece lo que conviene, cuando desea lo que perjudica, cuando se fanatiza con naderías, y cuando no se ilusiona ni se apasiona por la verdad, ni por la justicia, ni por la ayuda al prójimo. Ciegan el odio, la envidia, la sexualidad desenfrenada, el afán de protagonismo, la susceptibilidad, y tantas otras deformaciones de la sensibilidad.

 

Remedio

¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte? ¡Gracias a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor! (Rm 7, 24-25). Cuando uno se reconoce invidente, cuando uno reconoce al Médico, sólo le queda escuchar la pregunta del Médico: ¿Qué quieres que haga por ti?, y responder Maestro, que yo pueda verQue pueda ver el sano criterio de moralidad, y que no me ciegue este mundo hedonista. Que pueda ver tu voluntad con un sano criterio de fe católica, y no me ciegue la cultura de la religión 'a la carta'. Dame el don de fortaleza de tu Santo Espíritu para que pueda caminar por el Camino que veo. Sana la ceguera de mi sensibilidad, porque un corazón alegre es el mejor remedio, pero el espíritu abatido reseca los huesos (Prov 17, 22), y es feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor (Sal 1, 1-2).

 

Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

 

@fraytuk

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