Todos unidos

Las meditaciones que presento quieren ser una lectura del Catecismo en clave de meditación, de diálogo o charla con el Señor. Escuchando el pedido de san Juan Pablo II, escribo esta adaptación de su Catecismo para llevarlo a la oración.

Querido Señor

            En la Nueva Alianza la oración es relación viva con Vos, uno y trino. La vida de oración es estar habitualmente en presencia Tuya, tres veces santo, y en comunión con Vos.

            En el bautismo nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo. ¡Qué impresionante es esta afirmación de san Pablo (Cfr. Rm 6, 5).

Nuestra oración cristiana, comunión con Vos, se extiende a tu cuerpo, la Iglesia. ¡Qué demencial grito!: “Cristo sí, Iglesia no”; quien rechaza a la Iglesia rechaza tu cuerpo místico, Jesús.

Señor, te pedimos por los que rechazan tu Iglesia. También por los que la combaten y le hacen mal. Te rogamos que se animen a conocerla. Cuántos se han convertido cuando se animaron a buscar con seriedad y profundidad tu verdadera Iglesia. Esa apertura les permitió -junto a la eficacia de tu gracia- ver la luz que estaba escondida a sus ojos.

También te quiero pedir hoy por todos tus fieles, los bautizados. En primer lugar, por el Papa, sucesor de san Pedro y fundamento de la unidad de la Iglesia. Ayudalo a llevar esta “dulce cruz” con alegría y con la santa prudencia que necesitan los gobernantes. Te pido por sus colaboradores inmediatos para que puedan realmente colaborar. Y por todos y cada uno de los obispos y sacerdotes; por los religiosos y los fieles corrientes; para que sepamos todos santificar nuestros quehaceres.

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