No saben lo que piden

Cada semana comento la lectura del Evangelio de la celebración litúrgica del domingo. Espero sea de provecho.

Mt 10, 35-45.

Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús le dijo: "No saben lo que piden".

 

¿Qué piden Santiago y Juan a Jesús?

Los hijos de Zebedeo quieren ostentar, después de Jesús y junto a Él, la máxima autoridad cuando Jesús instaure su Reino. No les gusta el protagonismo que está acaparando Simón Pedro en el grupo de los discípulos. Los hermanos Santiago y Juan quieren ser de modo indiscutible los número 1 y número 2 de Jesús. Probablemente quieren ayudar a Jesús en su reinado colaborar con Él, servirle. Pero también, probablemente, quieren el puesto, la dignidad, la gloria humana.

 

¿Por qué no saben lo que piden?

No saben lo que piden porque no saben suficientemente ni quién es Jesús, ni en qué consiste su Reino, ni en qué consiste reinar con Jesús.

No saben que Jesús no es como los poderosos, como aquellos a quienes se considera gobernantes, que dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y les hacen sentir su autoridad. Jesús no trata de ser un gobernante, un poderoso, un dominador de este mundo. Él es la Palabra con la que Dios Padre creó el universo, es el Señor de cielo y tierra. Además, Jesús será Rey de amor y salvación desde la cruz, y eso Santiago y Juan todavía no lo saben.

No saben que el Reino de Jesús es espiritual. No es un reino de este mundo, de autoritarismo, de imposición, de sometimiento. Tampoco es un Reino cuya finalidad sea gestionar la vida temporal: seguridad, educación, salud, trabajo, obras públicas… Tampoco es un Reino de cualidades humanas, talentos, estrategias, planes, pactos, genialidades. Es un Reino espiritual, cuyo fin es que el proyecto divino de amor entre los hombres y de amor a Dios reine en cada corazón, en cada familia, en toda sociedad. Ese reinado de Dios no es de este mundo. Aquí está el germen, pero la plenitud se realizará sólo después del fin de este mundo tal y como lo conocemos, después de la resurrección de la carne, después del juicio final. El Reino de amor de Jesús germina gracias a la acción del Espíritu Santo con su gracia y con sus dones, que derrama en quienes se abren libremente a su acción con docilidad, con la súplica humilde y confiada.

No saben que reinar junto a Jesús significa servir junto a Él a los demás, porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. El modo de estar más cerca de Jesús colabrando en la implantación de su Reino en este mundo, insisto, sólo como semilla, pues la plenitud está en el más allá, el modo de ser grande y primero en este Reino, es hacerse servidor de todos, como Jesús, junto a Jesús, para Jesús.

Santiago y Juan no saben lo que piden porque creen que piden a un futuro emperador político de este mundo, y en realidad están hablando con quien ya es Señor del universo; porque creen que piden principalidad en un imperio de este mundo, y en realidad están pidiendo los primeros puestos de un reino espiritual que sólo llegará a su plenitud al final de los tiempos; porque creen que su colaboración en ese Reino consistirá en mandar sobre los demás, y en realidad consiste en servir a todos.

 

Pedir bien

El Padrenuestro nos enseña a pedir bien. Nuestra confianza no está puesta en el jefe del trabajo, en un presidente de gobierno, o en candidato a la presidencia, sino en Ti, Padre nuestro que estás en el cielo. Nuestro éxito no lo alcanzamos simplemente con nuestro esfuerzo, ni lo alcanzamos en esta vida, sino que hay que pedir la ayuda de Dios y hay que esperar su realización más allá de la historia: venga a nosotros tu Reino. No se trata de que se cumplan los proyectos que hemos diseñado con empeño, sino hágase tu Voluntad. El enemigo que combatimos no está fuera, está dentro, en nuestro egoísmo, en nuestra falta de amor: perdónanos, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal.

Pide mal quien tiene como máximo fin en su vida alguna meta de este mundo, por muy noble que sea: salud, trabajo, dinero, éxito…

Pide bien quien pide a Dios un corazón grande para servir sin desfallecer, con amor, con perdón, con ilusión. Quien pide a Dios para que su propia vida se convierta en un servicio a su Reino porque concibe las responsabilidades familiares y laborales como un servicio a Dios y a la sociedad entera, cuyo sentido y éxito no están en este mundo sino 'el día después', y cuyas fuerzas para realizarlo no están solamente en nosotros, sino en la capacidad de amar alegremente que nos otorga el Espíritu Santo, ese puede decirse que sabe lo que pide.

 

@fraytuk

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