San Silvestre I, Papa
† 355. Roma, Italia. Memoria: 31 de diciembre
Este Pontífice se ha hecho famoso porque le correspondió gobernar a la Iglesia Católica en la época en la que se acabaron las persecuciones y el emperador Constantino decretó plena libertad para practicar en todas partes la religión de Jesucristo.
Excelente semblanza
Nació en Roma de opulenta familia allá por el 270. Vivió aún los últimos coletazos de la persecución contra los cristianos. Surio describió su preciosa vida que sintetiza en estas hermosas frases: «Varón divino, de angelical aspecto, elegante y claro en el hablar, honesto en su cuerpo, santo en sus obras, grave y maduro en sus consejos, católico en la fe, pacientísimo en la esperanza, generoso en la caridad, adornado por el Señor con tales gracias y virtudes, que le granjearon la simpatía de cristianos y gentiles». Buena síntesis de una vida de la que ya podemos decir que estaría todo dicho.
Primer Papa en tiempos de libertad
Subió al sumo pontificado siguiendo en él a San Melquíades en los momentos tan transcendentales de la historia para la Iglesia y el mundo civilizado, como los que siguieron al famoso Edicto de Milán, que fue proclamado un año antes, el 313. Duros años había pasado la Iglesia fundada por Cristo, reducida a las lóbregas catacumbas. Ahora ya podían libremente celebrar sus cultos y extender su religión por todo el mundo. Se abren, pues, nuevos horizontes para la Iglesia que habrá que saber aprovechar. Para ello fue un hombre providencial el Papa San Silvestre I.
Humilde pero firme en las luchas contra las herejías
No se distinguió por su mucha sabiduría, pero sí por su gran prudencia, celo apostólico y, sobre todo, por su gran humildad. De hecho, a pesar de haber sucedido en su Pontificado y de haber sido él el alma de todo, no aparece como principal protagonista ni en el primer Concilio ecuménico de la Iglesia celebrado el 325, en Nicea, convocado por Constantino, pero presidido por el Obispo Osio de Córdoba y por los presbíteros delegados del Papa Silvestre, Vito y Vicente. Ya antes, el año 314, se habían reunido en Arlés los obispos de España, Francia e Italia para luchar contra la herejía donatista y tampoco estuvo presente el Papa Silvestre I, y lamentan su ausencia, ya que "su autoridad más extensa hubiera realizado las decisiones de esta Asamblea", dicen.
Construcción de los grandes templos cristianos
A San Silvestre le regaló Constantino el palacio de Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la residencia de los Pontífices. Levantó el Papa varios suntuosos templos: San Juan de Letrán, San Pedro en el Vaticano, San Lorenzo… Fueron años de prosperidad y de extensión de la fe cristiana.
Piadosa leyenda
Dicen que a San Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador que se hizo cristiano (todos los anteriores habían sido paganos). Primer Papa no mártir
El Pontificado de San Silvestre duró 21 años y transcurrió todo en medio de gran tranquilidad y completa libertad para la Iglesia. Murió el 31 de diciembre del año 335, a edad muy avanzada. Es el primer Papa que no muere mártir, pero sí santo.