Como San Esteban
Las meditaciones que presento quieren ser una lectura del Catecismo en clave de meditación, de diálogo o charla con el Señor. Escuchando el pedido de san Juan Pablo II, escribo esta adaptación de su Catecismo para llevarlo a la oración.
Querido Señor
Sabemos que toda necesidad lícita puede convertirse en objeto de petición. Por otro lado, Santiago y Pablo nos exhortan a orar en toda ocasión. Cuando nosotros pedimos por otros -eso es interceder- te estamos imitando; Vos, Jesús, sos el único intercesor ante el Padre. También el Espíritu Santo, es justo decirlo, “intercede por nosotros” (Rm 8,26).
San Pablo nos recuerda que cuando intercedemos no buscamos nuestro propio interés sino el de los demás (Flp 2, 4). Siguiendo tu ejemplo, Señor -y también el de san Esteban-, tenemos que rogar por los que nos hacen mal y rechazan tu Evangelio.
La oración de acción de gracias de los miembros del cuerpo participan de la Tuya, Señor, que sos nuestra cabeza. Todo acontecimiento y toda necesidad puede convertirse en acción de gracias. Las epístolas de san Pablo comienzan y terminan frecuentemente con acciones de gracias: una acción de gracias, y el Señor Jesús siempre está presente en ella. "… dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros" (1 Ts 5, 18).
En la Eucaristía la Iglesia manifiesta su acción de gracias y se convierte en lo que Ella es.