Tú conoces los mandamientos
Cada semana comento la lectura del Evangelio de la celebración litúrgica del domingo. Espero sea de provecho.
Mt 10, 17-30.
– ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?
– Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre.
La inquietud por la vida eterna no es una de las características de la cultura occidental. El culto al cuerpo sí, la salvación del alma no. Lejos quedaron los tiempos en los que el santo temor de Dios era uno de los valores de la sociedad: el respeto a la ley de Dios, el respeto a lo sagrado, el "pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí", la preparación para la buena muerte…
Ciertamente, como en todo lo humano, debieron darse deformaciones en la presentación del verdadero don del temor de Dios, uno de los 7 dones del Espíritu Santo. El hombre, también lo son los obispos y sacerdotes, puede transformar la predicación de este temor sano y religioso en un mecanismo para sacar algún provecho de las personas inculcando un miedo insano. ¿Sucede? ¿Sucedió? Seguramente. Lamentablemente.
Hoy la sociedad se ha ido al otro extremo, y gran parte de la pastoral y predicación cristiana me temo que también. ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? O mucho me equivoco o esta ya no es una pregunta que se suela suscitar demasiado en las homilías ni en la catequesis.
En un afán positivo por no olvidarse del compromiso transformador de este mundo, en un rechazo comprensible a estilos de vida cristiana centrados más en el temor que en el amor, en una condena del voluntarismo que busca una salvación basada en el propio esfuerzo moralista y no en la gracia misericordiosa de Dios, posiblemente hayamos caído en la clásica tentación simplificadora de poner una 'o' donde debería ir la 'y', la letra más católica. Búsqueda de la vida eterna y del mejoramiento de este mundo. Amor y temor de Dios. Confianza en la gracia del Espíritu Santo y colaboración con ella. 'Y', no 'o'. La 'o' destruye ambos términos porque uno sin otro se hace imposible.
Entre los 6 mandamientos que recuerda Jesús que hay que hacer para heredar la vida eterna, se encuentran 2 referidos directamente a la familia: no cometerás adulterio, honra a tu padre y a tu madre. En el contexto de la celebración del Sínodo Ordinario de Obispos sobre la Familia, es bueno recordar que es el mismo Jesucristo quien reafirma como condición para ir al cielo el 'no cometer adulterio' y el 'honrar padre y madre', es decir, el respeto a la familia.
En efecto, los Círulos Menores del Sínodo, han reafirmado la "belleza y profunda sacramentalidad del matrimonio", que "el único modelo de familia que corresponde a la doctrina de la Iglesia es el que se funda en el matrimonio entre el hombre y la mujer", que hay que "ver la familia como un desafío cultural", y que "en el Verbo hecho carne encontramos la fuente de la esperanza para la familia". Y han lamentado que "cuando la familia sufre, la sociedad sufre", que "se ha roto la relación entre amor, sexualidad, matrimonio, familia y educación de los hijos".
– Entonces, ¿quién podrá salvarse?
– Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible.
No sólo para el hombre de hoy es difícil la vida familiar con todo lo que ello conlleva: compromiso para toda la vida, fidelidad, convivencia, crianza de los hijos… Ya a los apóstoles les parecían imposibles de cumplir las exigencias de Jesús. ¿Quién podrá salvarse? Por eso al pastor le cuesta tener que recordar a los fieles cuáles son los mandamientos para heredar la vida eterna, cuáles son las responsabilidades matrimoniales y familiares, porque sabe que muchos de los que le escuchan van a quejarse con el ¿quién podrá salvarse?
Pero la solución no es negar lo que se debe hacer para heredar la vida eterna, sino recordar que lo específico de la vida que Cristo nos ha venido a traer es la unión con Dios. Quien quiere reducir las exigencias de una vida cristiana, y a veces incluso de una vida simplemente ética, es porque ha olvidado que el cristianismo es un para Él todo es posible.
Al hombre, a la mujer, a los matrimonios, a las familias, no hay que engañarlos con un relajamiento del elevado ideal de amor y fidelidad que están llamados a vivir, sino recordarles la gozosa realidad de todos los medios que son presencia de Dios que ayuda a cada uno a cumplir su misión: la inhabitación del Espíritu Santo en la vida de gracia santificante, el alimento espiritual de la presencia real de Jesucristo en la Comunión, la misericordia del Padre en la Confesión, la protección maternal de María que hay que invocar incesantemente, la formación en la fe que nos da el Catecismo de la Iglesia, la luz que nos aporta la lectura del Evangelio, las prácticas de oración diaria personal y en familia que atraen las bendiciones de Dios…
¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? es la pregunta más radical que cada hombre puede y debe hacerse. La respuesta el doble:
– Debo hacer, debo colaborar con el cumplimiento de los mandamientos y el seguimiento de Jesús.
– Debo pedir y esperar la ayuda de Dios, que hace posible en nuestra vida, y específicamente en el matrimonio y en la vida familiar, lo que para el hombre es imposible.