Facciones milenarias del islam
El islam se encuentra dividido fundamentalmente en dos ramas: los chiíes y los suníes. El Estado Islámico tiene una interpretación extremista de la rama suní del islam. En los últimos días, ambas facciones musulmanes expresaron su repudio al terrorismo que azota el norte de Irak y de Siria, en manos del Estado Islámico, en la inauguración en Madrid de la primera sede en España de su Fundación Alulbeyt.
El islam es una religión monoteísta, cree en un solo Dios al que llama Alá. Significa ‘sumisión a Dios’, fue fundado en el siglo VII por el profeta Muhammad, conocido en español como Mahoma. El islam enseña que el Corán, el libro sagrado del islam, que resume las enseñanzas del profeta fundador, es la autoridad última y la final revelación de Alá. Su religión establece que como fieles musulmanes deben cumplir 5 obligaciones. La primera sostiene que deben orar 5 veces al día mirando hacia La Meca; la limosna, a la que sienten como un préstamo que Dios devolverá en el paraíso; el ayuno en el mes de Ramadán, el más caluroso del año donde no se permite comer o beber desde el amanecer hasta la caída del Sol; la peregrinación a La Meca, una ciudad de carácter sagrado para los musulmanes, está ubicada en el oeste de Arabia Saudita, donde nació el profeta Mahoma, fundador del Islam; y por último la guerra Santa (Yihad) en la que en caso de morir en combate se obtiene la vida eterna. El peregrinaje a la ciudad de La Meca es uno de los pilares de la religión musulmana. Casi 3 millones de musulmanes llegan a rendir los cultos correspondientes al peregrinaje mayor, que se realiza sólo durante el mes de dul-hiyya, el duodécimo mes del calendario musulmán, o bien, el peregrinaje menor o Umrah, que se realiza durante todo el año.
La religión musulmana tiene dos ramas principales que surgieron después de la muerte del profeta Mahoma el 8 de junio del 632, ante el planteo sobre cuál sería el sucesor más legítimo para dirigir la comunidad de los musulmanes. Por un lado, los suníes u ortodoxos son seguidores de los primeros califas sucesores de Mahoma, y por otro los chiíes, se conocen como seguidores del yerno e hijo espiritual de Mahoma, Alí, solo por los lazos de sangre. El primer califa elegido por los suníes fue Abu Baker, un hombre común pero del entorno más cercano a Mahoma, en nombre del regreso a las tradiciones tribales. Una mayoría de musulmanes apoyaron a Abu Baker, que se convirtió así en el primer califa del islam, cuyo nombre retomó de manera simbólica en Irak el actual líder del Estado Islámico, Abu Baker al Baghdadi, es decir ‘Abu Baker, el de Bagdad’. Por ende, tras la muerte del líder máximo de la religión musulmana, la comunidad islámica se dividió, de manera irreconciliable en dos grandes vertientes: los chiíes y los suníes. El sucesor nombrado por Mahoma, su yerno Alí, tuvo que esperar más de 30 años para convertirse en el cuarto Califa, ya que los hombres más poderosos de la Meca designaron a Abu Baker como el primer líder del Califato y, posteriormente, a otros dos califas. Sin embargo, el pueblo árabe se levantó y exigió que Alí fuera el cuarto califa, un honor que sólo duró cuatro años, al cabo de los cuales, el yerno de Mahoma fue asesinado. Aunque los chiíes y los suníes comparten las mismas prácticas religiosas, rinden culto al mismo Dios, Alá, y siguen las enseñanzas del Corán, existe entre esas dos corrientes de la religión islámica diferencias irreconciliables, que los llevaron a enfrentamientos violentos.
Los suníes representan el 90 por ciento del mundo musulmán, con 1.200 millones de fieles. Los chiíes son solo 100 millones. Los únicos países con mayoría chií son Irán, Irak, Azerbaiyán y Bahréin, con importantes minorías en Pakistán, India, Yemen, Afganistán, Arabia Saudí y Líbano. Estos tienen un ayatolá, líder espiritual con poderes ejecutivos en el Estado. Esta figura no existe entre los suníes, para quienes la religión no enseña el poder temporal en la sociedad civil. Los suníes consideran el Corán como una obra divina y el imán es un pastor nombrado por otros hombres, que oficia de guía entre el creyente y Alá para la oración. Los chiíes consideran al imán un descendiente de la familia de Mahoma y guía indispensable de la comunidad, el cual toma directamente su autoridad de Dios. De ahí que su clero esté muy estructurado. Los suníes detestan cualquier representación de la divinidad, o mediación entre el hombre y Alá. Los chiíes al contrario veneran a sus santos. Mientras los suníes no aceptan los santones, los chiíes son muy dados a la veneración de figuras que llevaron una vida ejemplar, a los que dedican numerosas capillas y ermitas que son objeto de peregrinación. Además de estas dos grandes ramas existen otras corrientes minoritarias del islam: los alauitas en Siria; los alevíes en Turquía; los drusos, dispersados en todo Oriente Próximo; y los carijitas, es decir, protestantes o heréticos en Omán y en el norte de África o Maghreb.
Los miembros de Estado Islámico son yihadistas que tienen una interpretación extremista de la rama suní del islam y creen que ellos son los únicos creyentes reales. Luego de la intervención de Estados Unidos en Irak en 2003, los suníes, que solo representan un tercio de la población pero detentaban el poder bajo Sadam Husein, fueron sacados del poder. Marginados, víctimas de la violencia, se sublevaron contra el nuevo gobierno chií. Diversas tribus suníes se aliaron entonces con los yihadistas del grupo Estado Islámico en Irak y el Levante, cuya influencia no dejó de crecer desde la salida de Estados Unidos de Irak en 2011.
La visión que tienen los yihadistas sobre el resto del mundo es que los no creyentes quieren destruir su religión, por lo que, según algunos versos del Corán, los yihadistas deben "golpear la cabeza" de los no creyentes. De esa forma justifican sus ataques contra otros musulmanes y no musulmanes. Estos fanáticos, con sus tácticas brutales, dejaron miles de muertos y un millón de personas desplazadas, incluyendo asesinatos en masa, secuestros de minorías religiosas y decapitaciones difundidas en las redes sociales, como ocurrió con la decapitación de los 21 cristianos egipcios en Libia.
“Los que alzan la bandera del islam mientras practican el terrorismo y matan a gentes de todas las confesiones no pertenecen al Islam. Esa gentuza no está dentro del islam”, sentenció el jeque Mohamed Ali Al Mousily, en representación del ayatolá Ali Sistani, de confesión musulmana chií y el más influyente de los religiosos de Irak, con motivo de la inauguración de la primera sede en Madrid de la Fundación Alulbeyt. Además allí estuvo presente el musulmán suní de origen marroquí y presidente de la Comisión Islámica de España, Mounir Benjelloun, quien afirmó que los musulmanes pasan por “una situación delicada que daña” la imagen de la religión. A pesar de las diferencias irreconciliables a lo largo de la historia entre esas dos corrientes de la religión islámica, tanto chiíes y suníes, coincidieron en el pedido por la convivencia interreligiosa y en la condena rotunda de las practicas atroces e injustificadas del terrorismo del Estado Islámico, esos terroristas que se atribuyen como los únicos creyentes reales del islam y no lo son.