Entrevista de archivo a Monseñor José Garbuio, fallecido en 2010
En el programa radial de VenL emitido el 18 de noviembre de 2009 con motivo del Año Sacerdotal, entrevistamos Monseñor José Garbuio, sacerdote de la diócesis de Lomas de Zamora, conocido familiarmente como "padre Giuseppe". Trabajó infatigablemente durante más de 26 años como párroco de Guernica, ciudad cabecera del municipio de Presidente Perón. Falleció el 9 de agosto de 2010.
Les ofrecemos esta entrevista como nuestro particular homenaje de agradecimiento a este sacerdote ejemplar y de celo apostólico encomiable que ha dejado una huella imborrable.
Autor: VenL. / Fuente: VenL.
ARCHIVOS VENL.
Falleció monseñor José Garbuio, sacerdote de Guernica.
Una multitud despidió los restos de Monseñor Garbuio.
Infancia
“Nací en el norte de Italia en la diócesis de Treviso, a unos 25 kilómetros más arriba de la ciudad, al pie de los Alpes, detrás de mi casa la montaña y delante de mi casa la llanura con Venecia…. De ahí me quedó todavía un gran amor a la montaña que la extraño mucho… Los campesinos tenemos dentro un gran amor a la tierra, a la naturaleza, los pájaros, los amaneceres, el atardecer, lo estrellado de la noche.Nací dos años antes de la segunda guerra mundial. Viví una infancia durante la 2ª guerra mundial sin papá, porque después del servicio militar, al poco tiempo de meterse de novio, reventó una guerra en África… Tuvo que ir a esa guerra… Se casó… Un mes después de ese casamiento nací yo, y después de un año y medio vinieron mis dos hermanas… que me siguen. Pero antes que naciera mi segunda hermana, papá tuvo que ir a la guerra de vuelta porque reventó la 2ª guerra mundial en 1940…Terminó la guerra el 25 de abril del 45 y de papá ni noticias, hacía dos años y medio que no escribía… Cada uno se la tenía que ingeniar para volver a casa y se hizo 7000 kilómetros caminando porque no había trenes, micros, puentes, nada… Pero cuando uno es grande siente qué experiencia dura la de la familia de uno”.
Temprana vocación sacerdotal
“A los diez años como se estilaba en esa época, se me ocurrió meterme de cura, en vista de una misión… Era un misionero muy simpático, se dedicaba a nosotros, los chicos… Terminó su último día de predicar la misión…`¿hay alguien que quiera reemplazarme hoy acá en el micrófono para seguir hablando de Jesús?´… Yo en esa época estaba bastante traumatizado de tanto bombardeo y me costaba mucho… y no levanté la mano, pero en mi corazón esa pregunta del misionero me marcó toda la vida, porque aún ahora que tengo 72 años digo: 'qué gracia de Dios ese momento'. En lugar de ir a la escuela fui a verlo al cura… le dije que yo quiero ser como ese misionero: `bueno andá a la escuela, después vamos a hablar´…`Primero tengo que hablar con tu mamá´. Y a las 4 de la mañana la vieja agarró la bicicleta y se fue, porque la primera misa era a las 5 y media… Cuando vino, me vino a despertar… Ella me miró y, en silencio, me miró bien en los ojos y me dijo `bueno, Dios dirá. Pero acordate. Somos tan pobres ¿cómo puede ser que una casa tan pobre el Señor se elija un cura?'. '¿Y por qué no mami?' Volvió a repetir: `Dios dirá´. A fin de junio, un mes y medio después, estaba en mi primer retiro vocacional en el seminario. Y en octubre de ese año entré. 10 años tenía. Así fue mi niñez”.
Influencia de su madre
“Mirando para atrás, cómo maneja las cosas Dios. No era solamente esa invitación de ese misionero. En mi casa todas las noches se rezaba el rosario antes de dormir… A las 4 de la mañana la vieja me despertaba para que fuera de casa en casa a juntarme a todos los aspirantes bajo mi cargo [para ir a Misa]… y tenía 10 años. No sé si puedo decir, una mujer heroica. Yo la bautizo así a mi mamá… La vieja nos entusiasmaba, porque cuando decíamos 'mami, estoy cansado de ir a la mañana',…para entusiasmarnos nos decía `después que terminemos todo lo que tenemos que hacer, nos ponemos a jugar acá en el patio´… Entonces nos entraba la energía de vuelta… Ella, me imagino, más cansada que nosotros todavía, buscaba la forma de hacernos vivir contentos.
Mi vocación misionera tiene raíces muy profundas. Tendría 7 u 8 años cuando pasó por mi parroquia en Italia un misionero a pedir limosna de casa en casa para comprarse una avioneta. Así iba a poder visitar sus centros misionales cada dos meses y hacer vivir mejor la fe a toda su gente”. [El padre Giuseppe dijo a su madre]: “`Yo no tengo plata, ¿qué le voy a ahorrar?”. 'Yo te voy a comprar una linda nidada de 10, 12 conejitos y los tenés que alimentar. Cuando venga el misionero… vos también vas a llevar'. “Y así hizo la vieja… desde chico… trabajando para las misiones. Eso me vino a la mente enseguida, cuando Juan XXIII se mandó por los seminarios del norte de Italia a hablarles a los teólogos, que tuvieran la amabilidad de ofrecer su vida para América Latina… Fue una decisión tomada en 3 o 4 horas… Cuando salí del obispado pensé cómo puede ser que mi vocación… Los conejitos, ahí me acordé. Tenía 24 años… La vieja metió adentro la semilla de hacer algo para las misiones. Terminé mi teología y a los 6 meses viajé para Argentina, en el año 64”.
Misionero en Argentina
“Después de 46 años que estoy acá me doy cuenta las cosas que hice de impulso, de entusiasmo juvenil… 20 años en Burzaco empezando de cero, no había nada, y después monseñor Collino me cambió a Guernica, y llevo 26 años en Guernica”. [Los diáconos permanentes] "son los que viven la realidad del momento, de su barrio… Están siempre a disposición y sea la hora que sea. Son gestos de nuestros laicos… una vida tan sacrificada y hecha con alegría, con entusiasmo”.
Palabras a los jóvenes sobre la vocación
“La vocación viene siempre de Dios… Falta solamente que ese llamado del Señor encuentre repuesta. Yo hago continuamente retiros vocacionales, por lo menos una vez al mes. Me mantiene vivo estar con jóvenes que se propongan este ideal, me da una pequeña garantía de que va a haber quien me va a reemplazar, si es posible con más entusiasmo del que yo tengo todavía, con alegría, con entrega, con capacidad. En base a esto yo les diría a los jóvenes que no tienen nada que perder si le dicen que sí al Señor. Al contrario. La vida sacerdotal, yo lo puedo decir a los 4 vientos, me hace sentir bien como persona, no me sentí nunca mortificado porque soy cura… Me siento cada vez más plenamente realizado, como hombre, como persona, como ser humano y como cristiano, no sé si será, pero me parece la mejor manera de consagrar mi vida: en el apostolado, siendo sacerdote”.
La entrevista culminó con unas palabras de agradecimiento por la invitación a la entrevista: “no solamente me agrada sino que me da la oportunidad quizá de ser todavía útil en algo”.