«Le preguntaron: ¿Eres cristiano? Y después le dispararon a la cabeza»
El pasado sábado 13 de enero, el joven egipcio Bassem, volvía de trabajar cuando 3 jóvenes islamistas armados y con el rostro cubierto interrumpieron su paso, y posteriormente lo asesinaron por el simple hecho de llevar una cruz tatuada en la muñeca y de reconocer que era cristiano. "Cayó a tierra frente a mí y yo no pude hacer nada", lamenta su hermano, testigo presencial.
Autor: VenL. / Fuente: Asia News.
ASESINOS PROMETEN "MATAR MÁS COPTOS".
Así fue la muerte de Bassem Herz Attalhah, joven copto de 27 años, paisano de al-Arish, capital de la gobernación de Sinaí del Norte, última víctima de los extremistas pertenecientes al 'Estado Islámico' del Sinaí. El 13 de enero, Bassem volvía a su casa después del trabajo. Junto a él estaban su hermano Osama, de 38 años, y su amigo Mohamed. Su camino fue detenido por 3 jóvenes de 23 a 25 años, armados y con el rostro cubierto.
Osama cuenta que los jóvenes "se acercaron a nosotros y pidieron a Bassem que mostrara la muñeca de su mano derecha, y cuando vieron el tatuaje de la cruz le preguntaron: ¿Eres cristiano?", cuenta Osama a 'World Watch Monitor'. La cruz tatuada sobre la muñeca es una tradición centenaria de los cristianos de la región, y en particular, de la comunidad copta. Los islamistas revisaron las muñecas de los otros dos. Al no saber que Osama era hermano de Bassem y al no ver el tatuaje, que estaba cubierto por la manga, creyeron que era musulmán. "Bassem les dijo que yo tenía dos niños", recuerda Osama.
"Dispararon 2 veces a tierra, muy cerca de mi pierna, y me dijeron que me fuera… y luego dispararon a la cabeza Bassem. No podía creer lo que le había pasado a mi hermano. Cayó a tierra frente a mí y yo no pude hacer nada".
Osama concluye su relato recordando que, mientras buscaba ayuda, sus piernas temblaban por el estado de shock. Al saber la noticia, la madre de los 2 se desvaneció y fue trasladada al hospital.
El teléfono celular de Bassem terminó en manos de los milicianos islámicos, que respondieron a un llamado telefónico de Milad Wasfi, un amigo que no podía creer la noticia de su muerte. Antes de cortar la llamada, los asesinos de Bassem "dijeron pertenecer al Estado del Sinaí y prometieron que mataría más coptos".