Cardenal Piacenza: «Al encuentro del Cristo que viene hay que ir con obras de misericordia»

El cardenal y penitenciario mayor de la Iglesia, Mauro Piacenza, aseguró que "al encuentro del Cristo que viene hay que ir con buenas obras, con obras de misericordia, con la lámpara de la fe encendida". "La Puerta Santa abierta es la Puerta de la Esperanza, la Puerta de la Confianza en la Divina Misericordia", aseguró. 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Ayuda a la Iglesia Necesitada.

MENSAJE CON MOTIVO DEL JUBILEO.

El cardenal y penitenciario mayor de la Iglesia, Mauro Piacenza, aseguró que "al encuentro del Cristo que viene hay que ir con buenas obras, con obras de misericordia, con la lámpara de la fe encendida", en su mensaje con motivo del inicio del Año jubilar centrado en la misericordia que comenzó el 8 de diciembre y concluirá el 20 de noviembre de 2016.

Piaceza afirmó que la "Puerta Santa abierta es la Puerta de la Esperanza, la Puerta de la Confianza en la Divina Misericordia. Estamos llamados a olvidar el pasado y a asomarnos al futuro, hacia una nueva aventura de gracia y hacia la plenitud de la Misericordia de Dios". "Para que esto pueda hacerse realidad de forma auténtica, debemos intentar franquear la Puerta Santa tras una confesión sacramental fervorosa y e íntegra, acompañada del vivo deseo de encaminarnos por la vía de la santidad. La santidad es la vocación inscrita en nuestro bautizo, pues cada uno de nosotros está llamado a ella. Es la santidad la que realiza plenamente nuestra personalidad. La santidad se realiza en el contexto de nuestra situación personal, en la familia y en el trabajo", aseguró. 

"La santidad es algo grandioso, pero, al mismo tiempo, es algo extremadamente simple y ordinario. Significa vivir con intenso amor lo que tiene de particular cada día y cada circunstancia como una 'vocación'. Es preciso que lleguemos a permitir que al Señor que actúe dentro de nosotros, a través de nosotros."Los cristianos, somos responsables de la esperanza que nos ha sido dada, y debemos estar dispuestos a dar razón de ella, pero no solo mediante la palabra. Debemos ser transmisores de esperanza: al igual que los creyentes que en las procesiones se pasan de mano en mano el agua bendita, debemos pasarnos de corazón en corazón esta divina esperanza. Pues, efectivamente, hay muchas cosas sin las cuales se puede vivir, pero no se puede vivir sin esperanza", reflexionó.