Cardenal Antonelli: «Es pecado la nueva unión, que es calificada por Jesús como adulterio»
El cardenal Ennio Antonelli, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Familia, habló en entrevista concedida al padre Santiago Martín para Magnificat TV, sobre las graves consecuencias que tendría para la Iglesia la aceptación de la comunión a los divorciados vueltos a casar, y recordó que "según San Pablo, para poder ser admitidos a la Eucaristía es necesario no estar en una situación gravemente desordenada: Todo el que coma o beba de forma indigna, come o bebe la propia condenación".
Autor: VenL. / Fuente: InfoCatólica.
"ES LA QUE IMPIDE EL ACCESO A LA EUCARISTÍA".
Les ofrecemos a continuación algunas de las preguntas formuladas por el padre Santiago Martín, junto con las respuestas del cardenal Antonelli.
¿Por qué la Iglesia, hasta ahora, no ha admitido a los divorciados civilmente vueltos a casar a la comunión eucarística?
La comunión eucarística es la máxima expresión visible de la comunión con Cristo y con la Iglesia. Implica compartir la doctrina de la Iglesia y por esto personas rectas, de otras confesiones cristianas, de otras religiones, no pueden ser admitidas a la Eucaristía, pues no existe la comunión en la misma fe. Comporta también una vida según los diez mandamientos de Dios. Ahora bien, los divorciados vueltos a casar se encuentran en una situación de contraposición, ante todo con los diez mandamientos, pues se trata de un ejercicio de la sexualidad fuera del matrimonio, fuera del amor conyugal auténtico. En segundo lugar, se trata de una incompatibilidad con el primer matrimonio, que es indisoluble, y con el amor nupcial de Cristo por la Iglesia, que es para siempre, total.
Si se concede la comunión eucarística a los divorciados vueltos a casar, ¿será posible negarla los que conviven sin estar casados ni siquiera civilmente?
Si se admite el ejercicio lícito de la sexualidad fuera del matrimonio en algunos casos, como por ejemplo en el de los divorciados vueltos a casar, es difícil poner limitaciones para otros casos de ejercicio de la sexualidad fuera del matrimonio. Sobre todo porque los que conviven sin casarse son muchísimo más numerosos que los divorciados vueltos a casar. Por lo tanto, existirá una presión social, una presión pública muy fuerte.
El cambio que algunos teólogos y pastores proponen y que los Medios solicitan, ¿no compromete la credibilidad del Magisterio de la Iglesia?
El Magisterio del Papa y de los Obispos, desde hace muchos siglos, afirma la indisolubilidad del matrimonio, afirma que el ejercicio lícito de la sexualidad sólo se puede dar en el matrimonio, afirma que la Eucaristía no puede ser dada a quien se encuentra en una situación objetiva de pecado grave. Esto es no sólo una disciplina, una disciplina o regulación pastoral de un comportamiento práctico, sino que es una disciplina fundada sobre la teología, fundada sobre la doctrina. Por lo tanto, cambiar la disciplina significa de algún modo revisar, poner en discusión la doctrina con la cual esta disciplina era perfectamente coherente.
¿Existe el riesgo de que la comunión a los divorciados y a los que conviven pueda contribuir a ofuscar la fe en el misterio eucarístico?
Desde hace ya tiempo hay una tendencia a reducir la Eucaristía a un rito de integración eclesial y social, a un rito de socialización. Por lo cual, incluso cristianos no católicos son admitidos fácilmente, e incluso creyentes de otras religiones son admitidos a veces a la mesa eucarística. Incluso no creyentes o no bautizados quieren participar como los demás, precisamente porque se ha perdido la percepción de la santidad de la Eucaristía, de la singularidad de este extraordinario y único misterio del amor de Dios. Por lo tanto, se la ve sólo como un rito de socialización, de integración en la Iglesia. Por eso yo creo que admitir a los divorciados vueltos a casar y a los convivientes a la Eucaristía podría ulteriormente agravar esta tendencia que, repito, ya se está dando.
¿Se puede compaginar esta acogida a la mesa eucarística de los divorciados vueltos a casar con los textos bíblicos?
Con una hermenéutica desenvuelta, todo se puede compaginar. Vemos que algunos lo hacen. Pero un criterio, el primero y más seguro criterio hermenéutico de los textos bíblicos, es el del Magisterio del Papa. Un católico debe atenerse, ante todo, a la interpretación que es dada por la Iglesia. Dicho esto, los textos bíblicos de referencia son suficientes y suficientemente claros en sí mismos y es difícil manipular su significado. Leo algunos: El hombre no divida lo que Dios ha unido. Jesús claramente presenta el matrimonio como una orden irrevocable de Dios y como un vínculo indisoluble y como un deber para los creyentes. El hombre no divida lo que Dios ha unido. Quien se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia al marido y se casa con otro, comete adulterio. Por lo tanto, no es pecado simplemente la ruptura del primer matrimonio, sino que es pecado sobre todo la nueva unión, la segunda unión, que es calificada por Jesús como adulterio.
Hoy, por desgracia, existe esta tendencia a fijarse en el fracaso del primer matrimonio, que no es recuperable, pero la segunda unión es la que impide propiamente el acceso a la Eucaristía. Más aún, por ejemplo San Pablo, que dice: a los casados les mando, no yo sino el Señor -por tanto habla en nombre del Señor- que la mujer no se separe del marido y si se separa por necesidad -a veces puede suceder esto, en casos extremos, casos de violencia, de peligro para las personas, para los hijos-, la que se separa permanezca sin casarse -es la segunda unión la que debe ser evitada- o se reconcilie con el marido. Y el marido no repudie a la mujer. Por tanto, me parece que es la segunda unión la problemática, la que impide más el acceso a la Eucaristía. Por otro lado, sabemos que, según San Pablo, para poder ser admitidos a la Eucaristía es necesario no estar en una situación gravemente desordenada. Todo el que coma o beba de forma indigna, come o bebe la propia condenación. El Concilio de Trento ha explicado esto. Todo desorden moral grave, un pecado mortal, impide el acceso a la Eucaristía.
¿Aumentarían los católicos practicantes si la enseñanza de la Iglesia con respecto a la sexualidad fuese más tolerante?
Creo que no. Sería al contrario, disminuirían. Por tantas razones. Basta con ver lo que sucede con los protestantes y con los anglicanos. El porcentaje de practicantes entre ellos es mucho, mucho menor que el porcentaje de católicos en los mismos países. Yo tengo alguna experiencia directa sobre ello, pero no quiero citarlo ahora. Por lo tanto, no es que ampliando a los divorciados…. Ellos son extremadamente permisivos, con respecto a los divorciados, a los homosexuales, a los que conviven, con respecto al comportamiento sexual en general, al aborto… No se facilita el compromiso por la fe. No. Es una gran ilusión. No es negando el sexto y el noveno mandamiento que se aproxima uno a Dios. Está en juego la verdad del amor cristiano. Para acercarse a Dios, que es amor, es necesario cada vez más amar como Él amó, como amor-don, don de sí mismo, incluso con sacrificio, que Jesús nos ha mostrado hasta la cruz. Este es el camino, que después da también alegría; alegría no sólo en la eternidad, sino también ahora y aquí se podrían citar una infinidad de testimonios. Este es el camino. No se trata de huir de la cruz. Quien quiera ser mi discípulo que tome su cruz y me siga. Si uno pretende seguir a Cristo sin la cruz, no lo sigue; no se puede ser cristiano cada uno a su aire.