Los sacerdotes y el coronavirus
Los capellanes asisten espiritualmente y acompañan a los pacientes con COVID-19, en plena emergencia sanitaria. El pasado lunes 20 de abril, la Conferencia Episcopal Española reportó que al menos 70 sacerdotes fallecieron por coronavirus en medio de la pandemia en ese país.
«Que el pueblo de Dios se sienta acompañado por los pastores y el consuelo de la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración«, pidió Francisco a los sacerdotes, en la quinta Misa en la Casa Santa Marta, transmitida en directo por el canal de YouTube de ‘Vatican News’, el 13 de marzo pasado, el mismo día que medios como Infobae mencionaron que Italia era el país europeo hasta ese momento el más afectado, después de China, por el COVID-19.
Actualmente, al 24 de abril, España supera a Italia en los casos reportados, según RTVE, y se ubica en segundo lugar después de Estados Unidos frente a esta pandemia. En este contexto, también se destaca el trabajo de los sacerdotes que asisten y asistieron espiritualmente los fieles que padecen esta enfermedad, y que incluso fallecieron por coronavirus. Allí, donde la situación es difícil muchos llevaron el Evangelio, y otros continúan con la tarea pastoral. En este contexto, el cardenal y prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Robert Sarah, alertó que «nadie tiene derecho a privar a una persona enferma o moribunda de la asistencia espiritual de un sacerdote«, dado que es «un derecho absoluto e inalienable», durante la emergencia sanitaria, en diálogo con la revista francesa ‘Valeurs actuelles’.
En España, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, agradeció la «silenciosa y heroica labor» que realizan los sacerdotes con los enfermos de COVID-19 y con sus familiares, en una carta al cardenal y arzobispo de la capital de España, Carlos Osoro, según informó la Arquidiócesis de Madrid en un comunicado. En este aspecto, días antes, el 7 de abril pasado, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) difundió una serie indicaciones para los sacerdotes, entre las recomendaciones para atender sacramentalmente a pacientes de coronavirus, al difundir el ‘Plan Emergente Nacional Sacerdotal COVID-19’, en el que realizó un vademécum espiritual, eclesial y físico sobre el ejercicio del sacerdocio en la emergencia sanitaria por la pandemia. En este sentido, también la Iglesia en Chile realizó recientemente un video al respecto para intentar cuidar a los presbíteros que están particularmente expuestos al coronavirus, cuya afección avanzó en todo el mundo.
El mismo Jueves Santo, 9 de abril pasado, el Papa recordó a los sacerdotes que «ofrecen la vida por el Señor; sacerdotes que son los servidores», aquellos que murieron en su misión en medio de la pandemia del COVID-19, en la homilía que dio en una Basílica de San Pedro casi vacía debido a las medidas dictadas para evitar el contagio del coronavirus, en la Misa de la Cena del Señor. Allí, precisó que en estos días murieron más de 60 sacerdotes en Italia «atendiendo a los enfermos en los hospitales, también con los médicos, los enfermeros, las enfermeras».
Frente a ello, ‘Vatican News‘ habló de esta situación en un artículo el viernes 10 de abril. “El exceso de mortalidad en el clero es muy difícil de cuantificar con precisión, ya que la situación cambia a cada hora y la información, país por país, no está centralizada. El país con el censo más exacto es Italia, donde L’Avvenire, un diario vinculado a la Conferencia Episcopal, contó 96 sacerdotes muertos hasta el 5 de abril, Domingo de Ramos. El umbral de 100 muertes en el clero italiano se ha cruzado probablemente desde esa fecha, y un obispo entre ellos es el obispo Angelo Moreshi, Vicario Apostólico de Gambella en Etiopía, que murió el 25 de marzo en Brescia. Las edades de estos sacerdotes oscilan entre 55 y 104 años, pero también se han hospitalizado sacerdotes más jóvenes, a veces en condiciones graves, y algunos siguen luchando por su supervivencia”, indicó.
El 20 de abril pasado, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, afirmó que «desde la información» que recibieron podrían hablar de «en torno a 70 sacerdotes diocesanos, de la vida religiosa, con encomienda pastoral que han podido fallecer en España en este tiempo vinculados al ejercicio del ministerio«, en una conferencia de prensa en línea. La agencia ‘Europa Press’ reportó que hasta el viernes 17 de abril al menos 53 sacerdotes fallecieron por contraer coronavirus en España, según los datos que recopilaron. La Arquidiócesis de Madrid, una de las más afectadas con «100 sacerdotes contagiados de diversa gravedad», indicó que desde el 11 de marzo, en el contexto de la pandemia, murieron 28 sacerdotes, 9 de ellos confirmados de coronavirus.
Frente a este contexto, el Arzobispado de Madrid para no dejar solos a los enfermos con COVID-19 y continuar con la asistencia para llevar la Palabra de Dios en este momento tan doloroso -siempre al tener en cuenta las medidas sanitarias por el virus- sumó 25 capellanes para atender y consolar a los enfermos que se encuentran en los hoteles habilitados con equipos médicos, los cuales se suman a los 130 sacerdotes que se encuentran en los hospitales en la Archidiócesis y en el hospital temporal del IFEMA. En total, tienen 155 sacerdotes.
En esta situación se hacen más presentes las palabras que pronunció el obispo de Roma durante el momento extraordinario de oración en el Vaticano, con la Plaza de San Pedro vacía bajo la lluvia, en la que dio una bendición Urbi et Orbi y la indulgencia plenaria para pedir por el fin de la pandemia del coronavirus. «Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente», reflexionó el obispo de Roma, quien afirmó que «la oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras». «El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar«, reflexionó.