Información, poder y empoderamiento: no todo es lo mismo

Lenin de Janon Quevedo es profesor de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA, especializado en Medicina Crítica. Escribe sobre temas relativos a las decisiones de final de vida, prácticas con riesgo de vida, y relación paciente-médico.

¿La información empodera al paciente?

Hace unos días un amigo me llamó alarmado para preguntarme el significado de tener Ki67. Reconozco que la consulta me desconcertó pero finalmente encontré una respuesta que calmara su preocupación. En resumidas, terminé explicando sobre marcadores tumorales, linfocitos T y B, las células CD y las consecuencias de la linfoproliferación. Resulta que mi amigo buscando entender los informes médicos descargados de su historia clínica online, había encontrado zozobra y confusión.

Los antiguos egipcios, y luego los griegos, sostenían que conocerse a uno mismo era piedra angular para llegar a la verdad. Si la información de salud no hacía más que mostrarle a mi amigo los beneficios de la verdad, ¿por qué no reproducía tal virtud en su ánimo? Quizás habría varias respuestas, pero me gustaría enfatizar en una: la idea distorsionada de que la información empodera al paciente.

 

Comprensión posmoderna del empoderamiento

Primeramente, en la comunicación médico-paciente la información incluye al emisor, receptor, mensaje, canal y la retroalimentación. La información refleja la realidad objetiva que fundamenta la opinión médica. Esta realidad puede ser percibida desde una visión posmoderna. El posmodernismo es una corriente histórico-cultural subjetivista que no adhiere a normas porque desconoce la universalidad y racionalidad de los conceptos. Ella identifica al saber con el poder, entendiéndolo como cantidad de información heterogénea y no universal. Mientras el modernismo –su predecesor– se centra en un síntoma como objetivo, lo delimita y aborda de manera planificada; el posmodernismo se dispersa ante el deseo concebido como un mensaje para leerlo entre líneas y al azar. En vez del significado, se enfoca en el significante, de ahí la importancia que adquiere el lenguaje llegando a convertirse en la realidad misma.

Luego, el empoderamiento (empowerment), consiste en un “proceso a través del cual las personas adquieren mayor control sobre las decisiones y acciones que afectan su salud”. A tal efecto el paciente, o usuario del sistema de salud, debe estar informado y no es de extrañarse que tal información sea leída a la usanza posmoderna.

 

Comunicar no es solamente informar

Si empoderamiento se entiende erróneamente como posesión del poder, y este significa saber (información), la comunicación médico-paciente podría devenir en una competencia por la información. Por un lado, el profesional liberará todo lo conocido sobre el paciente con el fin de satisfacer su deseo de sentirse informado (empoderado) sin cerciorarse, vía retroalimentación, de que lo recibido coincida con los hechos. Por otro, el paciente se convertirá en consumidor de información por información misma, lo que implica sobrepasar lo ofrecido por el profesional y analizarlo desde la subjetividad. Las nuevas tecnologías de comunicación e información juegan un rol preponderante en esta competencia y no siempre repercuten positivamente en la relación entre paciente y equipo de salud.

Esta manera de entender al empoderamiento olvida que el objetivo de la información es buscar mayor participación del paciente en la toma de decisiones. La libertad con la que el profesional despliega la información de ninguna manera lo exonera de su responsabilidad de cuidar meticulosamente del contenido, los modos y momentos de transmitirla, lo que incluye conocer la manera de percibir la realidad por el paciente. También el paciente es libre –en la mayoría de los casos– de elegir al médico que a su criterio maneje mejor la información, pero asimismo tiene la responsabilidad de confiar en lo que el profesional comunica, lo que conlleva la aceptación de patrones (metodología diagnóstica, procedimental y pronóstica) que por universales podrían ser resistidos desde la mirada posmoderna. Hacer lo contrario generaría desarmonía y cuidados de mala calidad.

 

Comunicar para potenciar

Si examináramos el vocablo latino potere que la palabra “empoderar” lleva como raíz, notaríamos que significa “potencia”; por ende, empowerment es poner en acción, o en desarrollo, las potencias para obtener mejores resultados. Dado que las potencias personales necesitan del otro para alcanzar una mejor expresión, el empoderamiento es un proceso individual y a la vez comunional.

Es la comunicación entre profesional y paciente –y no la información– la que permite empoderar. En ese proceso el enfermo establece sintonía con el profesional, entiende su rol, adquiere patrones objetivos de análisis que el médico está llamado a enseñar, y construye un ambiente facilitador para aliviar la dolencia. El empoderamiento tiene como objetivo final que el paciente realice una tarea determinada: decidir sobre su salud; considerando diferencias culturales y alentando la participación. No está más empoderado quien más se informa. Tampoco empodera el médico que deja información sensible expuesta a la vulnerabilidad del paciente.

Finalmente, vale recordar a los profesionales que una noticia comunicada sin cuidado, por verdadera que sea, siempre ocasionará daño. Si este daño se hubiera prevenido, mi amigo se habría evitado la zozobra y confusión.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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