Eutanasia, atentado a la dignidad humana
Un arzobispo de Canadá advirtió que quienes pidan eutanasia no recibirán la Unción de los Enfermos de acuerdo con la nueva legislación del país, dado que una persona que pide que se ponga fin a su vida "carece de la adecuada disposición" para recibir el sacramento. La eutanasia, una práctica que atenta a la dignidad humana, es debatida en diversos países, incluso en aquellos en los que se encuentra legalizado.
La eutanasia se conoce comúnmente como el llamado "homicidio por compasión", es decir, causar la muerte de otro por falsa piedad ante su sufrimiento o atender su deseo de morir por razones que fuere. Es importante el significado que le demos, porque según ello su práctica puede aparecer ante la sociedad como un crimen inhumano que atenta contra la dignidad de la persona o como un conjeturado acto de misericordiosa solidaridad.
Cabe realizar una aclaración. La vida humana es un bien superior y un derecho inalienable e indisponible, es decir, que no puede estar a la suerte de la decisión de otros, ni de la de uno mismo, y que en su dimensión corporal participa ciertamente de la dignidad de la persona y, por lo mismo, no se puede atentar contra ella por ningún motivo. La Iglesia condena por ello el suicidio y el homicidio, en sus diversas formas y cualesquiera que sean los motivos que se invoquen para cometerlos. La vida humana en su dimensión corporal participa de la dignidad de la persona, pero no se identifica con esta dignidad. La vida humana no es para la Iglesia un valor absoluto al que todos los demás se deban subordinar; lo que es un valor absoluto para la Iglesia es la dignidad de la persona humana, que está hecha a imagen y semejanza de Dios. Por eso el martirio o el arriesgar la propia vida por salvar a otros no sólo no son pecado, sino que pueden ser algo valioso e incluso moralmente obligatorio.
Al volver a la eutanasia, se evidencia que ayudar al suicidio no es compasión sino un verdadero acto atroz contra la vida del otro, que atenta contra el quinto mandamiento 'No matarás'. En el debate social acerca de la eutanasia, según indica ACI Prensa, no siempre se toma esta palabra en el mismo sentido, lo que genera con frecuencia la esterilidad del debate y, sobre todo, grave confusión en el común de las personas. En esta discusión, los patrocinadores de la eutanasia ejercen una cierta manipulación -querida o no- de las palabras, cuyo resultado es presentar ante la opinión pública la realidad de la eutanasia como algo más inocuo de disfrazándolo de "muerte digna", y propiciar de esta forma así su aceptación social; como si no existiera, o fuera secundario, el hecho central de que en la eutanasia un ser humano da muerte a otro, consciente y deliberadamente, por muy presuntamente aparezcan las motivaciones que lo animen a ejecutar tal asesinato y por poco atrayentes que sean los medios que utilice para realizarla. La eutanasia no es más que una práctica que atenta a la dignidad humana y un pecado contra Dios y la creación misma, tal como sostuvo Francisco en noviembre de 2014 ante la Asociación de Médicos Católicos Italianos.
En diversos países es debatida, incluso en aquellos en los que se la autorizó. Las autoridades eclesiásticas no se quedan calladas ante este atropello que se oculta en una falsa compasión en personas que tienen enfermedades terminales, padecimientos incurables o quienes por alguna razón deciden acabar con la vida que Dios les dio. En Canadá este atentado a la dignidad humana se encuentra legalizado desde febrero de 2015, al igual que en otros países. Frente a ello, recientemente el arzobispo de Ottawa, Terrence Prendergast, sostuvo que los sacerdotes no podrían cooperar o acompañar este procedimiento letal dado que se encuentra "en directa contradicción con los valores católicos", dado que una persona que pide que se ponga fin a su vida "carece de la adecuada disposición" para contar con los auxilios de la Iglesia para una buena muerte. La Unción de los Enfermos es una preparación para el paso de esta vida a la gloria eterna y son muchos los efectos y gracias que confiere al enfermo para prepararse para la entrada a la vida eterna.
El enfermo que confía en sus propias fuerzas, podría desesperarse, pero Cristo viene a él para reconfortarlo en estos momentos. Es importante recordar que este es un sacramento de "vivos", por lo tanto, incrementa la gracia santificante en el enfermo. Se recibe la gracia sacramental propia de la Unción de los Enfermos, que es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que lleva a renovar la confianza y la fe en Dios, y fortalece al alma para que sea capaz de vencer las tentaciones de desaliento, y de angustia, especialmente, tal como lo indica el Catecismo de la Iglesia Católica (Catec. n. 1520). Es por ello, que el arzobispo de Ottawa realizó esas indicaciones a personas que quieran recurrir a la eutanasia. "Pedir ser asesinado es un rechazo a la esperanza que el rito pide y busca traer en medio de la situación", aseveró el prelado canadiense.
Anteriormente, frente a la sentencia de la Corte Suprema del país que ordena al Parlamento su reglamentación del suicidio asistido y eutanasia, los obispos de Saskatchewan, Canadá, pidieron a los fieles defender la dignidad humana en contra de la legalización de la eutanasia, a través de una Carta Pastoral, donde recordaron que esta medida afecta a los más vulnerables, especialmente los ancianos, moribundos y personas con discapacidades. Semanas después, la Conferencia Episcopal de Canadá junto a la hermandad evangélica firmó una Declaración Conjunta sobre Eutanasia y Suicidio Asistido, donde pidió reencaminar la práctica médica hacia el respeto y el servicio a la vida. En el texto también solicita promover la solidaridad humana, el derecho a la vida y a la seguridad y hacer accesibles los servicios de cuidados paliativos, así como garantizar el respeto de la libertad de conciencia de todos los empleados y administradores "que no pueden y no aceptarán el suicidio y la eutanasia como una solución médica al dolor y el sufrimiento". La Conferencia de Obispos Católicos de Canadá (CCCB), presidida por el obispo de Hamilton, Douglas Crosby, recordó las palabras de Francisco donde sostiene que "la enfermedad puede ser la vía que nos lleva a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado cargado con la cruz", al reflexionar la importancia de proteger la vida humana de los más vulnerables en las últimas etapas de la vida ante la legalización de la eutanasia en el país, en su mensaje de Cuaresma.
En Colombia se aprobó una ley que expone requisitos para autorizar el acceso a la eutanasia. Frente a ello, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) aseguró que la eutanasia es un "principio moral no negociable", y afirmó que las instituciones médicas bajo su tutela no la aplicarán "bajo ninguna circunstancia", en una carta enviada al Ministerio de Salud, ante el proyecto de reglamentación de dicha práctica en el país. En la misma línea, el Nuncio Apostólico en Colombia, Ettore Balestrero, reiteró que la Iglesia se opone a la eutanasia porque favorece la vida; y aseguró que aunque la persona esté enferma siempre será útil y con un propósito específico de Dios, luego de que el Ministerio de Salud de Colombia aprobará la primera eutanasia en el país, el 2 de julio pasado. Benedicto XVI afirmó que la eutanasia es una falsa solución al sufrimiento, impropia del ser humano, y que la verdadera respuesta ante el dolor debe ser el amor. "La verdadera respuesta no puede ser, de hecho, dar la muerte, aunque sea dulce, sino testimoniar el amor que ayuda a afrontar el dolor y la agonía de un modo humano. Estemos seguros: ninguna lágrima, ni de quien sufre, ni de quien les está cercano, se pierde ante Dios", sostuvo.
Francisco afirmó que la promoción del aborto y la eutanasia es comportamiento de los mafiosos, dado que eliminan el "supuesto problema", en su mensaje para la jornada que la Iglesia en Inglaterra y Gales celebró el 26 de julio pasado, bajo el lema 'cultivar la vida, aceptar la muerte'. Uno de los países donde tienen este comportamiento mafioso, según palabras del Papa, es Bélgica desde hace 13 años. Los obispos en Bélgica temen que la próxima etapa sea la concesión de la eutanasia a los enfermos de demencia. Recientemente en el país, se conoció un nuevo caso espeluznante de eutanasia a una mujer que no tenía ningún padecimiento, una de las condiciones que puso el gobierno belga para acceder a este atentado contra la dignidad humana. Tine Nys, una mujer de 37 años consiguió tener la eutanasia en 2010, a pesar de no tener ninguna enfermedad, tras terminar su relación con el hombre que convivía. Además de la superficialidad del procedimiento sin haber sido sometido a la comisión belga encargada, el país comenzó a discutir sobre las condiciones deplorables en la que Nys falleció.
San Juan Pablo II, quien en su tiempo se plantó firme y claro como Papa contra de la eutanasia, aseveró que "la opción de la eutanasia es más grave cuando se configura como un homicidio que otros practican en una persona que no la pidió de ningún modo y que nunca dio su consentimiento". "Se llega además al colmo del arbitrio y de la injusticia cuando algunos, médicos o legisladores, se arrogan el poder de decidir sobre quién debe vivir o morir. Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia, y reconocerlo legalmente, significa atribuir a la libertad humana unsignificado perverso e inicuo: el de un poder absoluto sobre los demás y contra los demás. Pero ésta es la muerte de la verdadera libertad. La eutanasia es adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y poniendo así fin 'dulcemente' a la propia vida o a la de otros. En realidad, lo que podría parecer lógico y humano, al considerarlo en profundidad se presenta absurdo e inhumano. Estamos aquí ante uno de los síntomas más alarmantes de la 'cultura de la muerte', que avanza sobre todo en las sociedades del bienestar, caracterizadas por una mentalidad eficientista que presenta el creciente número de personas ancianas y debilitadas como algo demasiado gravoso e insoportable. Muy a menudo, éstas se ven aisladas por la familia y la sociedad, organizadas casi exclusivamente sobre la base de criterios de eficiencia productiva, según los cuales una vida irremediablemente inhábil no tiene ya valor alguno", sostuvo el entonces Pontífice en su encíclica Evangelium Vitae sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana.