No abusemos de la libertad
Cada semana comento la lectura del Evangelio de la celebración litúrgica del domingo. Espero sea de provecho.
Lc 21,25-28.34-36.
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante del Hijo del hombre.
En los dos primeros domingos de Adviento, nuestra Madre y Maestra, la Iglesia, nos invita a fortalecer la esperanza y preparación para la Segunda Venida de Jesucristo.
No se dejen aturdir
Los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida aturden a los hombres y les impiden estar prevenidos y preparados para el día en el que tengan que comparecer ante el Hijo del hombre, cuando Jesús vuelva lleno de poder y de gloria, "a juzgar a vivos y muertos". Pero, con la gracia que nos ha conseguido Jesucristo en su Primera Venida al encarnarse, morir en curz y resucitar, ha rehabilitado en el hombre un don tan maravilloso como la libertad, para que cada uno, libre y voluntariamente, con la ayuda de Dios, tenga capacidad para 'tener cuidado', para 'no dejarse aturdir', para 'estar prevenidos', para 'orar incesantemente'. Ese es el desafío al que nos llama la Iglesia en el Adviento: usar de los dones de la libertad y la responsabilidad que Dios nos ha otorgado y ha regenerado con su gracia, para apartar nuestras costumbres y prioridades de los excesos y de las preocupaciones de la vida, y levantar la cabeza con ánimo para disponerse a la Segunda Venida de Cristo.
Con acopio de palabras de Jesús, San Ireneo de Lyón habla bellamente de esa libertad y de esa preparación necesaria para la definitiva venida del Señor el día menos pensado:
"El Señor decía también: Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo (Mt 5, 16). Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida (Lc 21, 34). Y: Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! (Lc 12, 35-37). Y otra vez: El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo (Lc 12, 47). Y: ¿Por qué ustedes me llaman: 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo? (Lc 6, 46). Y otra vez: Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles (Lc 12, 45-46).
Y todos los textos semejantes manifiestan el libre albedrío del hombre y el consejo de Dios, porque nos exhorta a someternos a Él y nos apartan de la incredulidad, pero no nos coaccionan con violencia. De hecho, si alguien no quiere seguir el Evangelio lo puede hacer, pero no le será de ningún provecho. Porque la desobediencia a Dios y el rechazo del bien están al alcance del hombre; pero ocasionan un perjuicio y un castigo no despreciables. Por eso dice Pablo: 'Todo está permitido', pero no todo es conveniente (1 Co 10, 23)… No abusemos de la libertad como una excusa para la malicia (1 P 2, 6), porque no nos será de utilidad" (AH IV, 37, 3-4).
Oren incesantemente
El mejor modo de vivir el Adviento, de usar nuestra libertad para prepararnos con esperanza y ánimo a la ineluctable Segunda Venida de Cristo, es orar incesantemente, como los primeros cristianos: Venga a nosotros tu Reino. Ven, Señor Jesús.
Francisco combinó la llamada a la oración con la apelación a la libertad y responsabilidad en sus palabras a los jóvenes de Kenia. Hasta en 7 ocasiones utilizó la palabra "elegir", 6 "rezar", les recomendó las devociones del Rosario y del Viacrucis, y concluyó con la oración común del Padrenuestro. Meditar este reciente mensaje del Papa para hacerlo vida puede ser un excelente modo de empezar el Adviento:
"Un hombre o una mujer pierde lo mejor de su ser humano cuando se olvida de rezar porque se siente omnipotente, porque no siente necesidad de pedir ayuda delante de tantas tragedias. La vida está llena de dificultades, pero hay dos maneras de ver las dificultades: como algo que te bloquea, te destruye o te detiene o lo mirás como una oportunidad.
A vos te toca elegir: 'Para mí, ¿una dificultad es un camino de destrucción o es una oportunidad para superar en bien mío, de mi familia, de mis amigos, de mi país?'. Chicos y chicas, no vivimos en el cielo, vivimos en la tierra y la tierra está llena de dificultades, está llena también de invitaciones para desviarte hacia el mal. Pero hay algo que todos ustedes, los jóvenes, tienen, que dura un tiempo más o menos grande: la capacidad de elegir qué camino quiero, cuál de estas dos cosas quiero elegir, dejarme vencer por la dificultad o transformar la dificultad en una oportunidad para vencer yo.
Algunas dificultades que ustedes nombraron son desafíos. Antes una pregunta: ¿ustedes quieren superar los desafíos o dejarse vencer por los desafíos? ¿Ustedes son como los deportistas que cuando vienen a jugar al estadio quieren ganar o son como aquellos que ya vendieron la victoria a los otros y se pusieron la plata en los bolsillos? A ustedes les toca elegir…
Mirá al Hijo de Dios. Dios lo entregó para salvarnos a todos".