Felices los perseguidos
Cada semana comento la lectura del Evangelio de la celebración litúrgica del domingo. Espero sea de provecho.
Mt 5,1-12.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. De la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.
Una semana después de concluir el Sínodo de la Familia celebramos la Solemnidad de Todos los Santos. Quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el significado de esta solemnidad para nuestras familias católicas en base al Evangelio de las Bienaventuranzas.
Felices por practicar la justicia
Dios no nos ha creado para la mediocridad, sino para la santidad. Con su ayuda. Por su gracia. A pesar de nuestras limitaciones. Practicar la justicia tiene un sentido moral y religioso que están relacionados.
- Practica la justicia quien pone en práctica los Diez Mandamientos y el Mandamiento del Amor de Jesucristo.
- Practica la justicia quien conoce y ama a Dios.
La moralidad y el seguimiento de Jesucristo se reclaman mutuamente, porque el que dice: 'Yo lo conozco', 'Amo a Dios', y no cumple sus Mandamientos, y no ama a su hermano, es un mentiroso (1 Jn 2, 4; 4, 20).
Este llamado de Jesús a practica la justicia y a la santidad se dirige al matrimonio y a la familia, que la Iglesia en nombre de Jesús transmite al mundo de hoy haciendo hincapié con claridad en:
- la educación de la conciencia moral y la responsabilidad, enseñando el sentido verdadero de las relaciones sexuales, expresión de un amor total, definitivo y plenamente responsable ante la sociedad de la transmisón de una nueva vida humana, amor que sólo se puede verificar dentro del matrimonio;
- la educación en el autocontrol, la modestia y la castidad, esenciales para no naufragar en un ambiente social pansexualizado que fomenta la lujuria, ambiente destructor del amor matrimonial y de la inocencia de los niños, y por tanto destructor de la familia.
Felices los que son perseguidos
La señal del cristiano, y por tanto también de la familia cristiana, es la Santa Cruz. Francisco lo ha recordado recientemente, también en relación con la familia. El mensaje que la Iglesia transmite a las familias recuerda que, para llegar a la resurrección, hay que pasar por la cruz;
- la cruz de la fidelidad al pacto sagrado de amor definitivo entre esposo y esposa;
- la cruz del sostenimiento económico y sano progreso de la familia;
- la cruz de la educación de los hijos en el difícil equilibrio entre cariño y corrección;
- la cruz de la convivencia, especialmente en momentos de crisis o cuidado de familiares enfermos, discapacitados o ancianos.
El cardenal Dolan ha hecho un elenco de personas que pueden sentirse minoría perseguida y discriminada por la sociedad, e incluso dentro de la Iglesia, por tratar de vivir el Evangelio de la Familia:
- "aquellos que, confiando en la gracia y misericordia de Dios, luchan por vivir la virtud y la fidelidad";
- "parejas que se acercan a la Iglesia por el sacramento";
- "parejas que, inspiradas por la enseñanza de la Iglesia de que el matrimonio es para siempre, han perseverado a través de las pruebas"
- "parejas que han acogido el don de Dios de muchos bebés";
- "un joven hombre y una mujer que han escogido no vivir juntos hasta el matrimonio";
- "un hombre o mujer gay que quiere ser casto";
- "una pareja que ha decidido que la esposa sacrificaría una prometedora carrera profesional para quedarse en casa y criar a sus hijos".
Felices porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos
En su esfuerzo por practicar la justicia, a pesar de que a veces por ese motivo son perseguidos, Jesús les promete a los esposos y a la familia la felicidad. No olvidemos que son muchísimas las familias que viven con alegría la comprensión católica del matrimonio.
Pero Jesús no engaña, no promete que serán felices plenamente en esta vida, sino en la medida en la que esta vida es una peregrinación hacia el Reino de los Cielos. El ministro de la Iglesia que olvida predicar a la familia que la alegría definitiva sólo está en el Reino de los Cielos, traiciona el mensaje de Cristo y traiciona a la familia, a la que se le hace incomprensible el lenguaje de la cruz que conlleva la fidelidad, al ignorar su dimensión de resurrección y de eternidad.
De la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron
Todos los santos testimonian que se puede practicar la justicia con la ayuda de Dios que nunca falta y que, a pesar de que fueron perseguidos, son felices. A todos los santos ya les pertenece el Reino de los Cielos. También los santos de hoy, las familias perseguidas por su fe en Cristo, los mártires de la cristianofobia islamista o laicista, son un ejemplo de que se puede y se debe vivir, contra la corriente de lo mundanamente correcto, la alegría de la fidelidad al Evangelio de la Familia.
Todos los santos, gracias por su testimonio, felices ustedes, rueguen por nosotros, rueguen por nuestras familias.