Obispo Urbanc: «Por más que nos cueste verlo, el Dios de la Vida triunfa sobre la injusticia, la odio, las pestes y la muerte; esa es nuestra fe»
El obispo de Catamarca, Luis Urbanc, reflexionó que "a ninguno se nos pasó por la cabeza que la estaríamos celebrando como nos toca hacerlo". "La celebración de la Semana Santa ha sido, es y será para los abatidos por la vida, por la cruz que siempre está presente en ella, 'una palabra de aliento, consuelo y esperanza'. Aunque hayamos celebrado muchas Semanas Santas, nos sigue haciendo falta hacer memoria de Jesús de Nazaret para no desesperar frente a un mundo donde la muerte, en todas sus formas, sigue estando presente", aseguró.
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Facebook Prensa Iglesia Catamarca.
EN LA MISA DE DOMINGO DE RAMOS.
El obispo de Catamarca, Luis Urbanc, reiteró que "por más que nos cueste verlo, el Dios de la Vida triunfa sobre la injusticia, el odio, las pestes y la muerte; esa es nuestra fe", durante la homilía de la Misa de Domingo de Ramos, el 5 de abril, celebrada en el Camarín de la Virgen del Valle, que no tuvo presencia física de fieles por la pandemia del coronavirus. La celebración eucarística, que fue transmitida por radio Valle Viejo y las redes sociales de la catedral basílica y del Obispado de Catamarca, fue concelebrada por el vicario general de la Diócesis, Julio Quiroga del Pino; el rector de la Catedral Basílica y Santuario Mariano, Antonio Díaz, entre otros.
"Con esta celebración damos inicio a la semana central de la vida cristiana, en la que meditaremos acerca de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, acciones con las que fuimos redimidos del pecado y la muerte eterna. El pagó, con su sufrimiento y muerte, la deuda impagable que toda la humanidad contrajo con Dios, y selló esta certeza por medio de su resurrección", afirmó, al sostener que "a ninguno se nos pasó por la cabeza que la estaríamos celebrando como nos toca hacerlo: cada uno en su hogar, los sacerdotes solos en torno al altar, los enfermos en sus lechos de dolor y quizás sin la compañía de un ser querido, los presos sin la visita de sus familiares, los médicos y enfermeros cuidando a los afectados por la pandemia y a tantos otros, los servidores del orden en los puestos asignados, los barrenderos y basureros cuidando la limpieza, etc".
El prelado consideró que "vamos entendiendo con esta pandemia que ningún ser humano tiene coronita, que todos tenemos la misma vida frágil, que nadie puede escapar al miedo, la aflicción y la angustia, que realmente aprendemos mucho de los que creen, aman y esperan con paciencia proactiva, que el amor, el diálogo, el respeto y la cercanía entre los miembros del mismo hogar son valores imprescindibles para la verdadera felicidad que busca el corazón". "La celebración de la Semana Santa ha sido, es y será para los abatidos por la vida, por la cruz que siempre está presente en ella, 'una palabra de aliento, consuelo y esperanza'. Dios está con nosotros y en nuestro mundo hay un lugar para la esperanza. Aunque hayamos celebrado muchas Semanas Santas, nos sigue haciendo falta hacer memoria de Jesús de Nazaret para no desesperar frente a un mundo donde la muerte, en todas sus formas, sigue estando presente", reflexionó.