Cardenal Sarah: «En este tiempo donde el coronavirus oprime a los pueblos del mundo, hace falta volvernos hacia Dios»

El prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Robert Sarah, pidió volver "hacia la Santísima Virgen María para que ella nos cubra y nos proteja con su manto maternal", a través de Twitter. "Sepan sin embargo que nadie, absolutamente nadie, puede impedirles de volverse hacia Dios e implorar su ayuda en este momento de gran prueba", aseguró Sarah, que pidió que "juntos, en un sólo corazón y una sola alma, y unidos en la misma fe, levantemos las manos hacia Dios y supliquémosle".   

Fuente: InfoCatólica.

"CONFIÉMOSLE EL MUNDO Y SU IGLESIA".

El cardenal y prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Robert Sarah, exhortó a que "en este tiempo donde el coronavirus oprime a los pueblos del mundo entero, hace falta volvernos hacia Dios con más intensidad, confianza y verdad para confiar en su ternura de Padre, y hacia la Santísima Virgen María para que ella nos cubra y nos proteja con su manto maternal", a través de Twitter, el martes 17 de marzo, en una traducción de 'Dominus Est', difundida por 'InfoCatólica'. 

"Me da gusto encontrarlos de nuevo por estas líneas para animarlos a rezar más y no dejarlos. Rezar sobre todo con un corazón desbordante de amor y de caridad, un corazón reconciliado con Dios y con nuestros hermanos y hermanas. Si las circunstancias o las disposiciones civiles o eclesiásticas provocadas por el coronavirus impiden ir a la iglesia simplemente para encontrar al Señor, o para tomar parte en la Eucaristía, sepan sin embargo que nadie, absolutamente nadie, puede impedirles de volverse hacia Dios e implorar su ayuda en este momento de gran prueba", aseguró el prelado. 

Sarah pidió recordar las palabras que "Jesús nos dirige en este tercer domingo de Cuaresma: 'Mujer, créeme a Mí, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre; pero la hora viene, y ya ha llegado, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad". "Juntos, en un sólo corazón y una sola alma, y unidos en la misma fe, levantemos las manos hacia Dios y supliquémosle. Confiémosle el mundo y Su Iglesia. Su corazón se ensanchará y nos salvará", ratificó.