Francisco: «El abrazo del Padre en la Confesión nos renueva por dentro y limpia nuestro corazón»

El Pontífice animó a los fieles a acercarse al sacramento de la Reconciliación y pidió dejarnos "reconciliar para vivir como hijos amados, como pecadores perdonados, como enfermos sanados, como caminantes acompañados". "La ceniza nos recuerda así el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos convertimos en una maravilla", precisó el Papa, quien aseguró que "somos ciudadanos del cielo y el amor a Dios y al prójimo es el pasaporte al Cielo". 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.

EN LA MISA DE MIÉRCOLES DE CENIZA EN EL VATICANO.

Francisco animó a los fieles a acercarse al sacramento de la Reconciliación, dado que "el abrazo del Padre en la Confesión nos renueva por dentro y limpia nuestro corazón", y pidió dejarnos "reconciliar para vivir como hijos amados, como pecadores perdonados, como enfermos sanados, como caminantes acompañados", al presidir la Misa por el Miércoles de Ceniza, en la Basílica de Santa Sabina de Roma, con el rito de la bendición e imposición de cenizas, el 26 de febrero, luego de dirigir el tradicional momento de oración de la 'estación cuaresmal' en la iglesia de San Anselmo en la colina romana del Aventino.

"La Cuaresma no es el tiempo para cargar con moralismos innecesarios a las personas, sino para reconocer que nuestras pobres cenizas son amadas por Dios. La ceniza nos recuerda así el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos convertimos en una maravilla", precisó el Papa, quien aseguró que "somos ciudadanos del cielo y el amor a Dios y al prójimo es el pasaporte al Cielo, es nuestro pasaporte". Además, reiteró que "los bienes terrenos que poseemos no nos servirán, son polvo que se desvanece, pero el amor que damos nos salvará, permanecerá para siempre".

El obispo de Roma aconsejó realizar dos pasos para esta Cuaresma. "El primero, del polvo a la vida, de nuestra frágil humanidad a la humanidad de Jesús, que nos sana. Podemos ponernos delante del Crucifijo, quedarnos allí, mirar y repetir: 'Jesús, tú me amas, transfórmame… Jesús, tú me amas, transfórmame'. Y después de haber acogido su amor, se da el segundo paso, para no volver a caer de la vida al polvo. Se va a recibir el perdón de Dios, en la confesión, porque allí el fuego del amor de Dios consume las cenizas de nuestro pecado".