Sacerdote en Níger alerta que las amenazas provocan en las comunidades cristianas «temor de profesar su fe en las oraciones dominicales en las capillas»

El sacerdote de la Sociedad de Misiones Africanas en Níger, Mauro Armanino, denunció que "las repetidas amenazas a las comunidades cristianas lograron el objetivo que buscaban". "En Bomoanga la gente ya no va a la iglesia los domingos. En Makalondi, Kankani y Torodi, en la misma zona, las celebraciones, aunque con precaución, continúan como siempre a pesar del hecho de que los sacerdotes no son residentes en el lugar", indicó Armanino, al reflexionar que "podrán cortar los árboles pero no las raíces de la cruz".   

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Fides.

EN ZONA FRONTERIZA CON BURKINA FASO.

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El sacerdote de la Sociedad de Misiones Africanas en Níger, Mauro Armanino, aseveró que "las repetidas amenazas a las comunidades cristianas en la zona fronteriza con Burkina Faso lograron el objetivo que buscaban: decapitar a las comunidades y luego hacerlas caer presas del temor de profesar su fe en las oraciones dominicales en las capillas". Precisó el desconcierto, el sufrimiento, el miedo y el conocimiento de la situación, en la reunión de formación con los catequistas y los animadores del área de Gourmanché, recientemente organizada en Niamey.

El presbítero indicó que "el 14 de enero, en un pueblo no lejos de Bomoanga, que desde hace más de un año es testigo impotente del secuestro del padre Pierluigi Maccalli, un grupo de criminales que fueron a liquidar las cuentas con la enfermera jefe que trabaja en un dispensario en la zona, se llevaron a su sobrino, bautizado de niño, no muy lejos de su casa y lo decapitaron". "En Bomoanga la gente ya no va a la iglesia los domingos. La 'basílica', como el padre Maccalli solía llamarla, pensada, construida e inaugurada por él, ahora está desierta", denunció Armanino. 

"Incluso donde existen persecuciones, es posible traducir la fe, con una mayor apreciación de los laicos y su contribución, una mayor flexibilidad en cuanto a los lugares y momentos de las celebraciones y la vida comunitaria. En Makalondi, Kankani y Torodi, en la misma zona, las celebraciones, aunque con precaución, continúan como siempre a pesar del hecho de que los sacerdotes no son residentes en el lugar. La realidad en las zonas rurales es más complicada y, al ser de difícil acceso, permiten que los grupos armados actúen sin ser molestados", lamentó, al reflexionar que "podrán cortar los árboles pero no las raíces de la cruz; al tercer día llegará la resurrección".