Francisco advierte que «la vida cristiana, sin adorar al Señor, puede convertirse en una forma educada de alabarse a uno mismo»

El Pontífice exhortó a adorar al Niño Jesús como lo hicieron los Reyes Magos, dado que "cuando adoramos, permitimos que Jesús nos sane y nos cambie", en la Misa que presidió en la Basílica de San Pedro. Indicó que "al adorar, le damos al Señor la oportunidad de transformarnos con su amor, de iluminar nuestra oscuridad, de darnos fuerza en la debilidad y valentía en las pruebas", puesto que "adorar es ir a lo esencial: es la forma de desintoxicarse de muchas cosas inútiles, de adicciones que adormecen el corazón y aturden la mente".

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.

EN LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR.

Francisco afirmó que "el hombre, cuando no adora a Dios, está orientado a adorar su yo" y advirtió que "incluso la vida cristiana, sin adorar al Señor, puede convertirse en una forma educada de alabarse a uno mismo y el talento que se tiene; cristianos que no saben adorar, que no saben rezar adorando", durante la homilía de la Misa de solemnidad de la Epifanía del Señor que presidió en la Basílica de San Pedro, el lunes 6 de enero.

"Es un riesgo grave: servirnos de Dios en lugar de servir a Dios. Cuántas veces hemos cambiado los intereses del Evangelio por los nuestros, cuántas veces hemos cubierto de religiosidad lo que era cómodo para nosotros, cuántas veces hemos confundido el poder según Dios, que es servir a los demás, con el poder según el mundo, que es servirse a sí mismo. En la vida cristiana no es suficiente saber: sin salir de uno mismo, sin encontrar, sin adorar, no se conoce a Dios", sostuvo el Papa, al exhortar a adorar al Niño Jesús como lo hicieron los Reyes Magos, dado que "cuando adoramos, permitimos que Jesús nos sane y nos cambie".

El obispo de Roma indicó que "si sabemos arrodillarnos ante Jesús, venceremos la tentación de ir cada uno por su camino", dado que "adorar es poner al Señor en el centro para no estar más centrados en nosotros mismos". Reflexionó que "adorar es ir a lo esencial: es la forma de desintoxicarse de muchas cosas inútiles, de adicciones que adormecen el corazón y aturden la mente". "Al adorar uno aprende a rechazar lo que no debe ser adorado: el dios del dinero, el dios del consumo, el dios del placer, el dios del éxito, nuestro yo erigido en dios. Adorar es hacerse pequeño en presencia del Altísimo, descubrir ante Él que la grandeza de la vida no consiste en tener, sino en amar", precisó.