Obispos de Irlanda del Norte: «El aborto es una violación brutal del precioso regalo de la vida»
Los prelados de Irlanda del Norte afirmaron que "cualquier ley humana que elimine el derecho a la vida es una ley injusta y debe ser resistida por cada persona, cada votante, cada representante político". "Es deber de los ciudadanos responsabilizar a sus representantes por las decisiones que tomaron", aseveraron. Además, alertaron sobre la entrada en vigor de la redefinición del matrimonio civil. Las polémicas normas denunciadas por los obispos fueron aprobadas por el Parlamento Británico.
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Gaudium Press.
TRAS LEGALIZAR LA EXPANSIÓN DEL ABORTO EN EL TERRITORIO.
El Independiente.
Los obispos católicos de Irlanda del Norte aseveraron que el pecado del aborto es "una violación brutal del precioso regalo de la vida" y que este derecho existe por encima de cualquier legislación, después que los legisladores permitieron la expansión de la legalización del aborto en el territorio y solicitaron a los fieles que hagan responder por sus actos a los políticos que eligieron, el 22 de octubre pasado.
"Este es un día trágico para los niños no nacidos que ahora nunca bendecirán a nuestro mundo con sus vidas únicas y preciosas. Nuestros representantes elegidos localmente tuvieron el tiempo y el poder para evitar que esta legislación draconiana sobre el aborto de Westminster se introdujera por encima de los ciudadanos locales, pero decidieron no hacerlo. Es deber de los ciudadanos responsabilizar a sus representantes por las decisiones que tomaron", indicaron, dado que "el derecho a la vida no nos lo otorga ninguna ley o gobierno".
Argumentaron que "cualquier ley humana que elimine el derecho a la vida es una ley injusta y debe ser resistida por cada persona, cada votante, cada representante político". Precisó que en los políticos católicos, esto no es solo "proteger el derecho humano a la vida, sino también una cuestión fundamental de la fe católica". Además, alertaron sobre la entrada en vigor de las uniones homosexuales, en medio de crisis políticas que impidieron debates por dos años. Las normas denunciadas por los obispos fueron aprobadas por el Parlamento Británico.