Francisco exhorta a religiosas a ser «misioneras con el testimonio de la vida centrada en Cristo»

El Pontífice pidió a las religiosas del Capítulo General del Instituto Pía Sociedad Hijas de San Pablo que reaviven "el don de la fe dejándose siempre iluminar por la Palabra; ella es el centro de su vida personal y comunitaria, en la liturgia y en la lectio divina", al recibirlas en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. "El frío de la sociedad, a veces también al interior de la Iglesia y de la misma vida consagrada, nos alienta a ir a las raíces y a vivir esas raíces", indicó. 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.

"TODO ESTO ES IMPOSIBLE SIN LA FE".

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Francisco exhortó a "ser misioneras con el testimonio de la vida centrada en Cristo, en particular para ustedes, a través de la producción editorial, digital y multimedial, y promoviendo la formación crítica en el uso de los medios y la animación bíblica", en su discurso a las religiosas del Capítulo General del Instituto Pía Sociedad Hijas de San Pablo, al recibirlas en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el viernes 4 de octubre.

"Todo esto es imposible sin la fe: la fe de Abraham que creía en la esperanza contra toda esperanza, la fe de María que también sin comprender el misterio que la rodea, cree y asiente: 'Hágase en mí según tu palabra', la fe de Pedro que pregunta '¿Señor, a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna'", indicó el obispo de Roma, tras pedirles que reaviven "el don de la fe dejándose siempre iluminar por la Palabra; ella es el centro de su vida personal y comunitaria, en la liturgia y en la lectio divina" y alentarlas a no permitirse caer "en el espíritu de resignación". 

Sostuvo que "en estos tiempos 'delicados' y 'duros', como decía san Juan Pablo II, la fe es más necesaria que nunca". "Muchos dicen que la vida consagrada está atravesando un invierno. Puede ser que sea así, las vocaciones escasean, la edad media avanza y la fidelidad a los esfuerzos asumidos con la profesión no es siempre la que debería ser. En esta situación, el gran desafío es atravesar el invierno para volver a florecer y dar fruto. El frío de la sociedad, a veces también al interior de la Iglesia y de la misma vida consagrada, nos alienta a ir a las raíces y a vivir esas raíces", indicó el Papa.