Católicos de Filipinas asisten a las misas pese a las amenazas de ataques terroristas del Estado Islámico
Los fieles de Filipinas fueron a los templos para participar en las Misas, en la ciudad de Manaoag, en el norte del país, pese a las amenazas de ataques del Estado Islámico contra las "ciudades e iglesias cruzadas". Las autoridades establecieron estricta seguridad en la Basílica Menor de la Virgen del Santísimo Rosario. "Estoy feliz de que la gente pruebe que su fe es más fuerte que su miedo. No cancelaremos las Misas ni las acortaremos. Simplemente rezamos, rezamos y rezamos, no queda nada más por hacer", afirmó Eudela.
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.
HUBO ALERTA 7 MESES DESPUÉS DEL BOMBARDEO DE UNA CATEDRAL.
Un soldado hace guardia frente a la Basílica Menor de Nuestra Señora del Santísimo Rosario. UCA News/Jojo Rinoza.
Católicos de Filipinas fueron masivamente a los templos para participar en las Misas, en la ciudad de Manaoag, en el norte del país, pese a las amenazas de ataques del Estado Islámico (EI) contra las "ciudades e iglesias cruzadas". Anteriormente, las autoridades establecieron estricta seguridad en la Basílica Menor de la Virgen del Santísimo Rosario, el popular lugar de peregrinación de la ciudad.
El sacerdote dominico y prior de la basílica, Anthony Eudela, indicó que se sentía "abrumado" por la gran asistencia a pesar de la amenaza, tras un memorando militar, filtrado a los medios la semana pasada, que citó un "posible ataque terrorista" en varias áreas del norte de la isla de Luzón, donde se encuentra la ciudad de Manaoag. "Estoy feliz de que la gente pruebe que su fe es más fuerte que su miedo. No cancelaremos las Misas ni las acortaremos. Simplemente rezamos, rezamos y rezamos, no queda nada más por hacer", afirmó Eudela.
Frente a esta situación, un grupo de musulmanes mostró su apoyo a sus vecinos cristianos al ir a la basílica con pancartas que condenaban el terrorismo y dejó de lado su celebración de 'Eid'l Adha', una importante fiesta islámica. La alerta terrorista se produjo casi 7 meses después del bombardeo de una catedral católica en la provincia sureña de Sulu, en el que hubo 22 muertos y más de 100 de heridos.