Obispos católicos de Tierra Santa denuncian ataques de extremistas judíos contra las comunidades cristianas

La asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa denunció recientes actos de intimidación contra los cristianos locales. El viernes 19 de julio, en Galilea, desconocidos dañaron autos y escribieron en las paredes eslóganes ofensivos en hebreo dirigidos a los cristianos. Una semana antes, a los participantes en una celebración parroquial organizada en la iglesia de Santiago en Beit Hanina, suburbio de Jerusalén Este, les lanzaron tomates y otros objetos como forma de provocación de los residentes en el cercano asentamiento judío de Naveh Yaacov.

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Fides.

CONSIDERADOS CERCANOS AL MOVIMIENTO DE COLONOS.

Los obispos católicos ordinarios de Tierra Santa alertaron sobre diversos actos de intimidación contra las comunidades cristianas locales perpetrados por grupos extremistas judíos, considerados cercanos al movimiento de colonos, y repudiaron que tras repetirse estos actos criminales no son perseguidos, a pesar de las numerosas denuncias realizadas, través de un comunicado que fue difundido el viernes 19 de julio.  

La asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa denunció estos ataques, puesto que ese mismo día, en Jish, Galilea, asaltantes desconocidos dañaron autos y escribieron en las paredes eslóganes ofensivos en hebreo dirigidos a los cristianos. Además, el viernes 12 de julio, a los participantes en una celebración parroquial organizada en la iglesia de Santiago en Beit Hanina, suburbio de Jerusalén Este, les lanzaron tomates y otros objetos como forma de provocación de los residentes en el cercano asentamiento judío de Naveh Yaacov.

En el primer caso, el acto de intimidación es atribuible a grupos que en los últimos años perpetraron daños tanto a mezquitas como lugares cristianos -Tabgha, Beit Jamal, Latrun, la Dormición, etc-, quienes firmaron sus actos violentos y sus profanaciones con la fórmula "Price Tag", es decir "el precio a pagar", quienes comenzaron los ataques y profanaciones contra monasterios, iglesias y cementerios cristianos en febrero de 2012.