Arzobispo de España: «Los religiosos están en el corazón mismo de la Iglesia como un elemento decisivo para su misión evangelizadora»

El arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, afirmó que si bien en España y en la diócesis disminuyeron en las últimas décadas el número de religiosos, a causa de la escasez de vocaciones y del envejecimiento de los consagrados, su misión evangelizadora sigue vigente y "no es algo del pasado". Aseguró que la vida consagrada es un don "para el presente y el futuro", y consideró que su futuro "no dependerá del número de sus miembros, ni del prestigio o la eficacia de sus obras e instituciones, sino de la docilidad a la voz del Espíritu Santo, que es luz y fuerza".

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: 20 Minutos.

DONDE SE PRESENTAN CON DIVERSIDAD DE CARISMAS.

El arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, afirmó que la vida consagrada "tiene un gran valor para la vida de la Iglesia y la sociedad", dado que "los religiosos están en el corazón mismo de la Iglesia como un elemento decisivo para su misión evangelizadora", donde se presentan con diversidad de carismas "en sus formas antiguas y nuevas", en diálogo con Europa Press, tras viajar a Roma para trabajar en la revisión y actualización de un documento de 1978 que regula las relaciones mutuas de los obispos y religiosos. 

El prelado precisó que si bien en España y en la diócesis disminuyeron en las últimas décadas el número de religiosos, a causa de la escasez de vocaciones y del envejecimiento de los consagrados, su misión evangelizadora sigue vigente y "no es algo del pasado". "Los religiosos en España y en la diócesis gozan, en general, de buena salud espiritual, tratan, aun en medio de serias dificultades, de ser fieles a la vocación a la que Dios les llama, caminan desde el seguimiento cercano de Cristo y dóciles al Espíritu Santo responden a los retos que tiene planteados la vida consagrada", indicó. 

Jiménez, miembro de la Comisión Mixta de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y la Congregación de los Obispos, aseguró que la vida consagrada es un don "para el presente y el futuro", y consideró que su futuro "no dependerá del número de sus miembros, ni del prestigio o la eficacia de sus obras e instituciones, sino de la docilidad a la voz del Espíritu Santo, que es luz y fuerza", puesto que "Él es quien hizo nacer en la Iglesia la vida consagrada para el Reino y para el mundo".