Religiosas misioneras en Haití realizan un trabajo silencioso en favor de los ancianos y los niños frente a la grave crisis
En La Plaine, en las afueras de Puerto Príncipe, 2 monjas españolas, 1 haitiana y 1 polaca atienden un dispensario médico y un Centro de Día para ancianos, en el que dan un desayuno y una comida que para algunos es la única alimentación que reciben. "En Haití, la gente pasa hambre de verdad. Por lo menos, aquí comen y se llevan un poquito de comida para la noche, porque no tienen nada. Es gente que está totalmente abandonada", lamentó la hermana Natalia Martínez de Pablo, de 72 años.
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: EFE.
HAY UNA SITUACIÓN DE POBREZA, CAOS Y MISERIA GENERAL.
La religiosa española Natalia Martínez de Pablo.
Las Hermanas de la Caridad realizan una labor silenciosa en favor de los ancianos y los niños en Haití, que atraviesa una situación de pobreza, miseria y caos que se agravó, tras la corrupción en los niveles más altos del gobierno de Jovenel Moïse, que llevaron a protestas civiles. En La Plaine, en las afueras de Puerto Príncipe, 2 monjas españolas, 1 haitiana y 1 polaca atienden un dispensario médico y un Centro de Día para ancianos, en el que dan un desayuno y una comida que para algunos es la única alimentación que reciben.
"En Haití, la gente pasa hambre de verdad", afirmó la religiosa española Natalia Martínez de Pablo, originaria de Valencia de 72 años, que cuenta con una "salud de hierro". "Por lo menos, aquí comen y se llevan un poquito de comida para la noche, porque no tienen nada. Es gente que está totalmente abandonada", lamentó. "En estas últimas semanas, la gente no tenía qué comer porque no podía salir a vender lo poco que tenía", indicó Mónica de Juan, nacida en Madrid y responsable de la misión "La Milagrosa".
En esa misión está ubicado el centro de día, al que acuden 50 ancianos cada día, y el dispensario médico, en el que atienden -con 5 médicos- unas 300 personas por día. La hermana Mónica indicó que los ciudadanos a las respetan, pese a recordar que años atrás el Centro fue asaltado y varias de ellas golpeadas. "Saben que en las comunidades religiosas, sobre todo femeninas, estamos para ellos. Si tenemos algo es para ellos. Es una suerte poder estar aquí a pesar de todas las dificultades. Solamente la gratitud de la gente. Ver que tu pequeña ayuda es tan útil, que eso ya merece la pena", afirmó.