Beatifican a 7 mártires de la Persecución Religiosa de la Guerra Civil Española
El cardenal Angelo Amato presidió la beatificación de los misioneros del Sagrado Corazón, asesinados por su fe el 29 de septiembre de 1936. "Se programó la eliminación de la Iglesia no sólo jurídica, sino también física, matando sin piedad a obispos, sacerdotes y laicos. Se vivió un verdadero holocausto católico", recordó Amato.
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Agencias.
"SE VIVIÓ UN VERDADERO HOLOCAUSTO CATÓLICO".
El cardenal y prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Angelo Amato, presidió la ceremonia de beatificación de Antonio Arribas, Abundio Martín Rodríguez, Jesús Moreno, José Vergara, José-Oriol Isern, Gumersindo Gómez y José del Amo, los 7 mártires misioneros del Sagrado Corazón en Girona -que estaban en el seminario menor y en el noviciado de su congregación en Canet de Mar-, cuando fueron asesinados por su fe el 29 de septiembre de 1936, durante la Guerra Civil Española, el 6 de mayo pasado.
"En los 30 estalló una violenta y devastadora persecución contra la Iglesia. Los católicos fueron objeto de discriminación arbitraria e intolerante. Se prohibió el crucifijo en escuelas, se suprimieron las congregaciones religiosas y se confiscaron sus bienes, se destruyeron edificios e iglesias, se incendiaron tesoros inestimables de espacios sacros, herencia de los siglos pasados. Se programó su eliminación no solo jurídica, sino física, matando sin piedad a obispos, sacerdotes y laicos. Se vivió un verdadero holocausto católico", lamentó.
Amato precisó que el ataque se dirigió en Canet contra los Misioneros del Sagrado Corazón, considerados por sus vecinos como "buenos educadores de jóvenes estudiantes y fieles imitadores de Cristo". "Pese a ello, sus asesinos se ensañaron con ellos. La joven que descubrió los cadáveres quedó horrorizada al ver sus rostros desfigurados. Habían sido acribillados por una gran cantidad de balas en todas las partes de su cuerpo", recordó, tras indicar que después de su fusilamiento, dejaron los cuerpos "profanados y abandonados". Francisco pidió que el asesinato de los mártires de Canet "suscite en la Iglesia el deseo de dar con fortaleza testimonio del Evangelio de la Caridad".