Cardenal Sarah: «Muchos católicos no saben que el propósito final de cada celebración litúrgica es adorar a Dios»

El prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Robert Sarah, aseguró que en la liturgia "Dios es perfectamente glorificado y los hombres son santificados". De igual modo que el cardenal Joseph Ratzinger en el pasado, Sarah sostuvo que la crisis actual que se vive en la Iglesia se debe "en gran medida debida a la demolición de la liturgia". 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.

"Y LA SANTIFICACIÓN DE LOS HOMBRES".

El cardenal y prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Robert Sarah, afirmó que "muchos católicos no saben que el propósito final de cada celebración litúrgica es la gloria y adoración a Dios, la salvación y santificación de los hombres", dado que "en la liturgia 'Dios es perfectamente glorificado y los hombres son santificados'", durante la XVIII Conferencia Litúrgica Internacional de Colonia en Alemania, que se realizó del 29 de marzo al 1 de abril pasado. 

El prelado aseguró que la Misa es "el reflejo de la liturgia que se celebra desde la eternidad en la Jerusalén celestial". "Es el sacrificio vivo de Cristo que murió en la cruz para liberarnos del pecado y de la muerte, con el propósito de revelar el amor y la gloria de Dios Padre", en la conferencia por el 10 aniversario de la instrucción Summorum Pontificum de Benedicto XVI, que dio amplio margen a los presbíteros para la celebración de la liturgia de 'forma extraordinaria'. Consideró que si los católicos sienten que sufren una 'guerra litúrgica' divisiva, deberían verla como 'una aberración', puesto que la liturgia es "el espacio por excelencia donde deben experimentar la unidad en la verdad, fe y amor".

De igual modo que el cardenal Joseph Ratzinger en el pasado, Sarah sostuvo que la crisis actual que se vive en la Iglesia se debe "en gran medida debida a la demolición de la liturgia". "El Cardenal Ratzinger repitió incansablemente que la crisis que ha estado sacudiendo a la Iglesia durante los últimos cincuenta años, principalmente desde el Concilio Vaticano II, está vinculada a la crisis de la liturgia y, por tanto, al irrespeto, a la desacralización y a la horizontalidad de los esenciales elementos del culto divino", indicó.