El cardenal y el imán de República Centroafricana: «Hay una guerra militar y política, en la que se ha instrumentalizado a la religión»

El arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, y el imán de la mezquita de la capital del país, Kobine Layama, afirmaron que "la guerra de Centroáfrica no es ni nunca fue una guerra religiosa". "Abrimos las puertas de nuestras casas y de nuestras parroquias, que se llenaron de refugiados musulmanes, y lo mismo hicieron los musulmanes con los cristianos, abriendo para ellos sus casas y su mezquitas, con riesgo de sus propias vidas", explicó el cardenal.

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: El Mundo.

LUCHAN POR LA PAZ EN UN PAÍS EN CONFLICTO DESDE 2013.

El cardenal y arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, y el imán de la mezquita de la capital de la República Centroafricana, Kobine Layama, afirmaron que "la guerra de Centroáfrica no es ni nunca fue una guerra religiosa", sino que "hay una guerra militar y política, en la que se ha instrumentalizado a la religión", frente a la que recurrieron al diálogo interreligioso como camino para solucionar los conflictos bélicos que padece el país como el que sufre su país desde marzo de 2013. 

"No hay nada religioso en ella. La violencia la sufren los pobres por ser pobres y, para hacerle frente, caen también ellos en ella. Abrimos las puertas de nuestras casas y de nuestras parroquias, que se llenaron de refugiados musulmanes, y lo mismo hicieron los musulmanes con los cristianos, abriendo para ellos sus casas y su mezquitas, con riesgo de sus propias vidas", explicó el cardenal Nzapalainga. En marzo de 2013, los islamistas de la Seleka tomaron el poder y se encontraron con la réplica de los milicianos 'anti Balaka', que se llaman cristianos. Desde entonces, el arzobispo y el imán se convierten en constructores de paz, al negar con su propia experiencia que se trata de una guerra religiosa.El prelado recibió en su casa, durante más de nueve meses, al imán Lamaya, al que los extremistas le quemaron su mezquita y su propio hogar. 

Tiempo después, ambos crearon una plataforma interreligiosa con reconocimiento exterior, tanto en Estados Unidos como en Alemania u Holanda, donde ambos recibieron varios premios por su lucha por la paz y proponer la educación para frenar la violencia. "Hay que educar y formar, para convencer de que, en la sociedad, no es la fuerza física, sino la estima y el respeto las que tienen la última palabra. Porque, muchas veces, el que no responde a la violencia es tachado de débil, cuando es todo lo contrario", dice Nzapalainga. "La violencia descansa sobre la ignorancia religiosa. Sólo el creyente que no conoce bien su religión puede responder con la violencia", consideró el imán Lamaya.