Constatan veneración al Apóstol Santiago en su tumba desde el siglo II

Tras cinco años de investigaciones, el profesor Enrique Alarcón, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, presentó las conclusiones de su trabajo en la tumba del Apóstol Santiago en la Catedral de Santiago de Compostela. Para el experto, las evidencias respaldan la tradición de la presencia de las reliquias auténticas del Apóstol Santiago, prueba de la labor evangelizadora del Apóstol en tierras españolas.

Autor: VenL. / Fuente: Gaudium Press.

LAS EVIDENCIAS RESPALDAN LA TRADICIÓN.

El Profesor Alarcón basa sus conclusiones en el análisis de las inscripciones antiguas en el interior de la Tumba Apostólica, las cuales pudo captar con una cámara de alta resolución manejada a control remoto. Estas inscripciones en su mayoría corresponden al siglo II de la era cristiana y fueron hechas con motivo de la sepultura de una creyente, Atia Modesta, una de las primeras cristianas del lugar y propietaria del mausoleo.

Una de las principales inscripciones está hecha en hebreo y contiene el nombre del Apóstol: "Jacob". El nombre Santiago es posterior, y proviene de una contracción de las palabras en latín "Sanctus Iacobus", que significan "Santo Jacobo". El nombre del Apóstol aparece junto al de nombre de María, el cual está finalmente asociado en la sepultura al de la creyente Atia Modesta.

Las evidencias de la sepultura demuestran para el Profesor la existencia de una comunidad cristiana en Compostela en el siglo II, la cual rendía culto a Cristo y veneraba a la Santísima Virgen y al Apóstol Santiago. Todo esto respalda las tradiciones medievales sobre la autenticidad de las reliquias y la correspondencia del lugar de edificación de la Catedral, en cuyo altar mayor se encuentra sobre las reliquias del Apóstol, con el inicio de la comunidad de creyentes local. Hasta el momento el documento más antiguo sobre la presencia del Apóstol en España databa del siglo IV y la referencia puntual sobre la tumba que se conserva es del siglo IX.