Católicos, protestantes, judíos y musulmanes: «Un debate respetuoso sobre las ideas no es algo peligroso que haya que demonizar»
El presidente de la Comisión para la Libertad Religiosa de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y firmante en representación de la Iglesia, William Lori, y el obispo maronita de Brooklin y representante de los católicos de rito oriental, Gregory Mansour, ratificaron que "ningún ciudadano estadounidense o institución puede ser acusado por su propio gobierno como intolerante a causa de sus opiniones religiosas ni ser marginados de la vida pública de la nación".
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Religión en Libertad.
RELIGIONES CONTRA ACUSACIONES DE OBAMA.
Católicos, protestantes, judíos, musulmanes, hindúes, bahaíes, mormones o hare krishna, aseveraron que "un debate respetuoso sobre las ideas no es algo peligroso que haya que demonizar", en una carta conjunta, tras el informe de la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos, un órgano gubernamental dirigido por el amigo de Barack Obama, Martin Castro, donde atacó duramente la libertad religiosa y acusó sin fundamentos que las religiones supuestamente "utilizan el pretexto de sus doctrinas para discriminar".
"Todos estamos en contra de la retórica y las acciones de odio. Creemos en la igualdad de todos los estadounidenses ante la ley independientemente de las creencias religiosas de cada comunidad. Pero también estamos decididos y sin miedo a decir la verdad sobre lo que creemos desde hace milenios. Más bien el debate es algo bueno para nuestra democracia y debe ser estimulado", explicaron los líderes religiosos. Denunciaron que "calumniar ideas y temas en los que no estamos de acuerdo y hablar de 'fobia' o 'racismo' desvirtúa el significado de esas palabras".
El presidente de la Comisión para la Libertad Religiosa de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y firmante en representación de la Iglesia Católica, William Lori, junto a Gregory Mansour, el obispo maronita de Brooklin que representa a los católicos orientales ratificaron que "ningún ciudadano estadounidense o institución puede ser acusado por su propio gobierno como intolerante a causa de sus opiniones religiosas ni ser marginados de la vida pública de la nación".