Un musulmán ataca cuatro templos católicos históricos y destruye imágenes sagradas en Roma

El párroco de la basílica de Santa Praxedes, muy cerca de la basílica papal de Santa María la Mayor, Pedro Savelli, aseguró que creyeron que "se trataba de un atentado del Estado Islámico". "Fui capaz de detenerlo mientras estaba encima del altar, teníamos miedo, estábamos aterrorizados, no sabíamos si quizás iba armado", indicó. 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Correo y ACI Prensa.

GRITABA QUE ESAS FIGURAS ERAN OFENSAS PARA ALÁ.

Imagen de la cámara de seguridad.

Un musulmán originario de Ghana, de 39 años, atacó algunas iglesias históricas del centro de Roma, destruyó imágenes de varios santos, y tiró al piso el crucifijo del altar y todas las reliquias que encontró a su paso, mientras gritaba que esas imágenes eran una ofensa a Alá, el 30 de septiembre y 1 de octubre pasado. Provocó el pánico entre los fieles que se encontraban en los templos. El atacante entró en la Basílica de Santa Praxedes, muy cerca de la famosa basílica papal de Santa María la Mayor, y destruyó la imagen de la santa que da el nombre al templo, luego de que finalizó la Misa. Hizo lo mismo con una estatua de San Antonio, a quién le cortó la cabeza. 

"Rápidamente pensé que se trataba de un atentado del Estado Islámico. Gracias a Dios conseguimos echarle antes de que destruyese todo", explicó el párroco Pedro Savelli, quien indicó que logró detenerlo cuando intentó destruir un crucifijo. "No sé si era un terrorista, pero de lo que no hay duda es de que fue una enorme falta de respeto hacia la religión. La gente huía, escapaba. Fui capaz de detenerlo mientras estaba encima del altar. Después llegaron otras personas para ayudarme, pero él consiguió escapar, teníamos miedo, estábamos aterrorizados, no sabíamos si quizás iba armado", aseguró. 

Tras los destrozos, el agresor prosiguió hasta la basílica de los Santos Silvestre y San Martín en el popular barrio de Monti, donde golpeó una de las imágenes situadas en la nave central de la templo. Al día siguiente, ingresó a la iglesia de San Vitale en la Via Nazionale, una de las principales de la ciudad, donde destruyó otras tres estatuas y un candelabro. Antes de ser arrestado, el asaltante atacó algunas estatuas sagradas en la iglesia de San Giovanni ai fiorentini, en la Piazza dell’Oro. Finalmente, fue detenido cuando intentó huir.