Obispo Chávez: “El anuncio del Evangelio por esta beata significó una forma de hacer patria”

En el programa radial de VenL emitido el 31 de agosto de 2016 entrevistamos a José Melitón Chávez, obispo de la diócesis de Añatuya en Santiago del Estero, sobre la beatificación de Mama Antula.

Autor: VenL. / Fuente: Redacción VenL.

BEATIFICACIÓN DE MAMA ANTULA.

Ceremonia de beatificación de Mama Antula

“Ha sido una hermosa fiesta de la fe, de todo el pueblo de Dios, con todo el contenido que esto tiene. Esa propuesta de vida que tiene esta mujer, tan lejos en el tiempo pero tan cercana por su estilo de vida y su actividad, fue una renovación del pueblo de Dios que hemos celebrado y, por supuesto, ha quedado esa huella de alegría y compromiso de poder alentar la participación activa de los laicos en la misión de la Iglesia y el lugar de la mujer también, es decir, aportando lo propio para la expansión de la Iglesia”.

 

Preparación de Santiago del Estero a la ceremonia

Como dijo Bokalic, la noticia de su beatificación y que se iba a hacer en Santiago del Estero la tuvimos al comienzo de este año. Este tiempo de preparación ha sido a contrarreloj en todo lo que implica darla a conocer. En el norte lamentablemente no se la conocía mucho. Era más conocida en Buenos Aires porque allí fue donde desarrolló la obra de la Casa de Ejercicios Espirituales y otros trabajos de apostolado y piedad. Eso la hacía más presente en Buenos Aires. Aquí era poco conocida.

Es más en Argentina se respetó su figura después porque había sido conocida y valorada mucho antes en Europa que en el país. Eso nos llamó mucho la atención, cómo sus escritos circulaban como algo valioso en el siglo XVIII por Europa. Se habían traducido las cartas que enviaba hasta en idioma ruso. En Argentina estaba como tapado este gran testimonio.

Se pusieron a trabajar hace tiempo en su causa de canonización. Esto realmente fue como un hallazgo, sobre todo en el norte, del evangelizar del ayer, de ese tesoro escondido que estaba ahí. La encontramos y ahora nos llena de alegría. Queremos ser consecuentes con ese testimonio. Eso es lo valioso que tiene la vida de un santo, que uno pide por su intercesión, pero especialmente uno tiene que ser consecuente con ese testimonio para hacer también su camino.

Santiago del Estero, particularmente mi diócesis, es todavía tierra de misión. Ha sido siempre misionada, y fue siempre por misioneros, laicos, religiosos, sacerdotes. A pesar de que la Iglesia ha crecido y tiene su estructura sigue siendo muy querida por muchas diócesis, sobre todo, de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Esto nos refuerza mucho a nosotros en la experiencia misionera, para que también nosotros podamos ir al encuentro de nuestros hermanos.

 

Aporte de Mama Antula para Argentina en el Bicentenario

En Tucumán, hemos tenido hace poco tiempo la celebración del Congreso Eucarístico por la celebración del Bicentenario de la Independencia, con el contenido ligado directamente. Uno sabe que el anuncio del Evangelio por esta beata en aquel tiempo también significó una forma de construir la sociedad civil y de hacer patria como decimos nosotros. Tanto que en aquel tiempo se sabe que muchos próceres de la Independencia pasaron por la Casa de Ejercicios Espirituales.

Había ya una ligazón muy grande de lo espiritual y su influencia en la construcción de la sociedad civil, un poco sabiendo que el espíritu que movió a la beata era una continuidad y una prolongación del carisma de los padres jesuitas, de una profunda hondura espiritual, en la búsqueda de la voluntad de Dios, y la presencia en el mundo para transformar y elegir los mejores caminos para la sociedad. De la historia de ella, de su servicio y testimonio, también han venido muchos gestores de la Independencia con más razón.

 

Cómo puede ayudar la beata a la Iglesia en Argentina

Uno de los datos más importantes de su testimonio de ser mujer con una presencia e incidencia en la formación de la sociedad y la fuerza del Evangelio, es justamente lo que se está pidiendo hace rato a los laicos. Como dice el Papa, muchas veces la gran dificultad es la lenta participación de los laicos en la construcción de la sociedad, lo público, lo político, y lo social, se debe a que también nosotros no hemos dejado del todo un vicio que tenemos en la Iglesia que se llama clericalismo. No hemos aprendido los pastores a animar y confiar en los laicos, reconociéndolos también como portadores de la misión, de la unción del Espíritu Santo, que los habilita como Iglesia, como bautizados, a participar.

La figura de Mama Antula tiene justamente esa conjunción tan linda de una cierta libertad que le daba el Espíritu Santo para decir: “Allá voy. Quiero ir hasta los límites del mundo con la fuerza del Evangelio”. No porque la hayan enviado oficialmente ni porque pidió permiso a alguien para hacerlo, pero sabía a la vez quedarse más tranquila o reservarse y esperar los momentos si no estaban dadas las condiciones eclesiales o políticas. Tenía ese doble juego, avanzaba y sabía ser prudente, y obediente cuando tenía que serlo.

Nosotros los pastores tenemos que aprender en cierta forma a confiar más y preparar a los laicos, escucharlos y saber que no porque nosotros los mandemos, ellos apoyados en su condición de bautizados pueden hacer mucho más de lo que están haciendo.