Obispo Buenanueva: «Todo gesto penitencial apunta al cambio interior y tiene su modelo en la pasión del Señor»

El obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva, explicó el significado de la penitencia para los cristianos, tras el caso del convento de las Carmelitas Descalzas, que depende directamente de la Santa Sede, ubicado en la ciudad entrerriana de Nogoyá, que fue allanado, luego de una denuncia sobre supuestos maltratos físicos y psicológicos de las religiosas.  

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: AICA.

"IRRACIONAL ALLANAMIENTO".

El obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva, explicó que "todo gesto penitencial apunta, como decíamos al cambio interior, y tiene su modelo en la pasión del Señor: nos une a Cristo paciente que, por amor, abraza la cruz", en una columna titulada 'De monjas, penitencias y torturas', tras calificar de "irracional allanamiento" el accionar de las autoridades que ingresaron de forma violenta al convento de las carmelitas de la ciudad entrerriana de Nogoyá, que depende directamente de la Santa Sede, por una denuncia de supuestas torturas de las religiosas. 

Buenanueva indicó que "'penitencia' suena a castigo por un mal comportamiento", y diferenció que para los cristianos "quiere decir: cambio del corazón; es la penitencia interior, hecha de humildad y confianza en Dios, amor y generosidad con los demás". "La penitencia interior se manifiesta en actos externos. Así, basada en la palabra de Jesús y en la Biblia, la Iglesia recomienda el ayuno, la oración y la limosna. La enseñanza de la Iglesia es clara: la penitencia interior es siempre la más importante. A ella apuntan todas las prácticas externas y corporales. La penitencia es mortificación porque busca disciplinar el egoísmo que nos lleva a buscar el propio interés por encima del verdadero bien, para nosotros y para los demás", aseguró. 

"La penitencia, la mortificación y la ascesis -ejercicio- cristiana buscan que los discípulos de Jesús lo busquemos a Él, su voluntad en nuestras vidas y la salvación de los demás no menos que la propia. Mucho más en una sociedad en la que, la cultura dominante, apunta en una dirección totalmente contraria: consumo, bienestar, placer y diversión por encima de todo. Es también la cultura de la evasión, las adicciones y diversas formas de autoagresión a sí mismo, sometiendo el propio cuerpo a un desgaste extenuante que, en muchos y lamentables casos, lleva a la muerte o al hundimiento moral. No es extraño entonces que semejante mentalidad no comprenda o que incluso se burle y desprecie como locuras las formas cristianas de penitencia", advirtió el prelado.