Obispo Buenanueva: «La vida religiosa en Argentina hace mucho bien cada día de manera concreta, evangélica y eficaz»
El obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva, reiteró que los sacerdotes, religiosas y la mayoría de los laicos involucrados en la vida cotidiana de las comunidades del país están "en la primera línea junto a los que más sufren" y "lo hacen con desinterés y enorme pasión".
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: AICA.
TRAS HECHOS QUE INVOLUCRAN PRESUNTAMENTE SÓLO A ALGUNOS RELIGIOSOS.
El obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva, destacó que "la vida religiosa en Argentina hace mucho bien cada día, y de manera muy concreta, evangélica y eficaz", al indicar que "algunos de los hechos más graves que hoy ocupan las noticias parecen involucrar a hombres y mujeres de Iglesia: clérigos, consagrados y laicos" y que "obviamente, la presunción de inocencia no se discute", en un comunicado titulado 'Escándalos', tras el caso del monasterio de General Rodríguez, donde el ex funcionario kirchnerista José López intentó esconder una suma millonaria.
"La vida religiosa en Argentina hace mucho bien de manera muy concreta, evangélica y eficaz. Están en la primera línea junto a los que más sufren. Lo mismo, los sacerdotes y la inmensa mayoría de los laicos involucrados en la vida cotidiana de las comunidades cristianas. Y lo hacen con desinterés y enorme pasión. Pero tenemos que ser muy claros, al menos en estos puntos: los discípulos de Jesús formamos un solo cuerpo. Somos, por tanto, solidarios los unos de los otros, tanto en el bien y la virtud, como en el pecado. La santidad de muchos nos eleva a todos, como el pecado de cada uno, opaca lo que debería ser pura transparencia de la caridad de Cristo", reflexionó el prelado.
Buenanueva recordó que "Jesús nos advirtió con palabras severas la gravedad del escándalo, como todo lo que pueda hacer tropezar en la fe a los demás, especialmente de los que son más débiles". "También nos dijo que es inevitable que haya escándalos. Una advertencia severa, pero también muy realista, que tiene que ser asumida por una actitud de atenta vigilancia sobre nosotros mismos. Somos pecadores siempre necesitados del perdón y la gracia de Dios. Sin Él, no somos nada. Una cosa hemos de tener en claro: más que el buen nombre de la Iglesia, nuestra preocupación de fondo debe ser siempre cuidar que las personas, especialmente los más frágiles, no sufran por nuestro accionar. Vale para cada cristiano. De manera especialmente exigente, para quienes somos pastores del pueblo de Dios", destacó.