Fallece sacerdote católico que fue perseguido por el nazismo y el comunismo

El sacerdote católico Hermann Scheipers, el último presbítero alemán sobreviviente del Campo de Concentración de Dachau, falleció a los 102 años. "En la Alemania comunista fui espiado, amenazado, y nuestros medios eran tan precarios que recuerdo una Misa en la que se congeló el vino. No aceptábamos la supremacía ni de Hitler, ni de Stalin, ni la dictadura del proletariado, por encima de Cristo", aseguraba. 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Aleteia.

PADECIÓ LOS REGÍMENES TOTALITARIOS DEL SIGLO XX.

El sacerdote católico Hermann Scheipers falleció a los 102 años en Ochtrup, Alemania, el 2 de junio pasado. Era el último presbítero alemán, sobreviviente del Campo de Concentración de Dachau entre 1941 y 1945, padeció la persecución de los regímenes totalitarios del Siglo XX, como lo fue el nazismo, motivo por el que llevó cosido a su chaqueta el número 24255, y el comunismo. Lo presionaron para que renunciara al Sacerdocio y al no hacerlo fue condenado por ser "un defensor fanático de la Iglesia". 

"El haber sobrevivido corporal y espiritualmente al infierno se lo debo exclusivamente a mi fe. Sabíamos que que, más pronto o más tarde, nos esperaba la cámara de gas. Cuando me llegó el turno, tuve una de las experiencias de solidaridad más profundas de mi vida. Otro sacerdote, muy enfermo, me paró en mi camino para ofrecerme el pedazo de pan de ese día. Quise rechazarlo: a él le hacía falta, y yo moriría poco después. Él insistió, diciendo que los apóstoles descubrieron al Señor al partir el pan. Lo acepté, profundamente conmovido. Mi ejecución fue cancelada milagrosamente; él murió. Cada vez que celebro la Eucaristía veo ese pan", explicó el sacerdote durante una conferencia, en Madrid, en 2011.

Tras escapar del campo de concentración, Scheipers siguió perseguido por el totalitarismo, dado que la STASI comunista quien lo tenía vigilado. Desde 1946 hasta la caída del muro de Berlín atendió a refugiados que llegaban a la Alemania del Este. "Siempre quise ser sacerdote donde más falta hiciera. Después de la guerra, sin duda, era la Alemania ocupada por la URSS. Mis familiares pusieron el grito en el cielo, pero yo sabía perfectamente dónde me llamaba Dios. En la Alemania comunista fui espiado, amenazado, y nuestros medios eran tan precarios que recuerdo una Misa en la que se congeló el vino", aseguró el presbítero. De su experiencia bajo la persecución de dos totalitarismo, indicó que la vivió porque no aceptaban "la supremacía de ningún hombre, ni de Hitler, ni de Stalin, ni la dictadura del proletariado, por encima de Cristo".